Osasuna
Mendilibar pierde crédito a la espera de la Junta de mañana
La afición está cada vez más en contra y el equipo jugó su peor partido en dos años según admite Arribas
R.S. | IRUÑEA
Solo parte de la plantilla y parte de la directiva, entre la que no se sabe si figura ya Miguel Archanco, sostienen ya la continuidad de José Luis Mendilibar al frente de Osasuna. Su mantenimiento al final de la liga pasada, contra la opinión de la mayoría de la afición, era una apuesta de riesgo y el comienzo de liga no ha podido ser más calamitoso. Se suma en contra del de Zaldibar que ya lleva demasiados match-ball salvados. Aunque en la madrugada del domingo apelara a que el equipo siempre ha respondido en situaciones similares, rememorando claramente el 0-3 de Cornellá que le salvó el pellejo tras el ultimátum de la Junta hace diez meses, lo cierto es que su crédito está bajo mínimos.
Dos factores aumentan claramente las opciones de destitución: la opinión de la grada, que empieza a ser clamorosa, y el derrumbe del equipo, que hizo el peor partido en años.
La debacle contra el Villarreal fue un golpe muy bajo a la afición rojilla. Como ocurriera contra el Granada, se fue al descanso ya con un desesperante 0-2. Pero al contrario que en aquella ocasión, en ningún momento se atisbó una opción mínima de remontada o de igualada. Las gradas, con poco más de 12.000 aficionados -la peor entrada en muchos años ayudada por el pésimo horario nocturno y competencias como las fiestas de los pueblos- se fueron despoblando en la segunda parte hasta acabar con apenas 7.000 almas. Lo nunca visto.
Y lo nunca oído: ni siquiera en la época del denostado Camacho se habían escuchado con tanta contundencia gritos contra el entrenador. «Mendilibar kanpora» sonó varias veces desde la media hora en todo el estadio, y para más inri en euskara. Para un club como Osasuna, que depende tanto de la fidelidad de su hinchada, el dato es clave.
Colador e inofensivo
Pero más sorprendente resulta todavía el derrumbe del equipo. La convicción general era que la plantilla tenía un nivel medio mejor que el anterior y que se habría aprendido de errores del año pasado. El calendario también ayudaba con un arranque asequible. Sin embargo, Osasuna ha entrado en barrena y lo ha hecho por el lado más inesperado: la seguridad defensiva que ha acreditado en los últimos años. Alejandro Arribas admitía ayer en la sala de prensa, tras un entrenamiento precedido de más de una hora de charla en el vestuario, que ha sido el peor partido en estos dos años y también el peor suyo en particular como jugador rojillo.
La sinceridad le honra, pero no fue una cuestión puntual ni personal. Joan Oriol volvió a hacer aguas desde el primer minuto en el lateral izquierdo. Otro tanto ocurrió con el casi siempre solvente Oier en el derecho. Arribas empeoró aún más sus dos primeros partidos, muy flojos, y reflejó su impotencia con varios gestos que no se suelen ver en un campo de fútbol. A Loties también le cogieron la espalda una y otra vez los rápidos puntas castellonenses. En resumen, Osasuna fue un coladero total desde el primer cuarto de hora, sin anticipación ni capacidad de guardarse las espaldas.
En ataque intentó combinar pero se mostró lento, repetitivo, poco imaginativo y, en definitiva, inofensivo. Que no sobra calidad es algo sabido y asumido, pero la sensación añadida es que falta también ensayo en Tajonar, automatismos, pizarra. Entrando en individualidades, Armenteros y De las Cuevas siguen gaseosos: empiezan bien las jugadas pero nunca las acaban. El de Alicante fue pitado. A Sisi y Oriol Riera les salva su empeño, pero no son futbolistas que marquen diferencias.
Archanco no dijo nada que no estuviera en el guión tras el batacazo del sábado noche. Mendilibar no ocultó en la sala de prensa que su situación pende de un hilo. La Directiva se reúne mañana martes y decidirá.
El vizcaino ha llegado tan justo a este inicio de Liga que en la mente de todos hay un nombre incluso para sustituirle: el txantreano Javi Gracia, joven (43 años) y de casa aunque haya hecho toda la carrera fuera, como jugador especialmente en Donostia y Villarreal y como entrenador en Grecia y Almería (al que subió a Primera el año pasado para luego no renovar). Es vox populi que ha seguido a Osasuna en la grada desde el inicio de Liga. Y la impresión general es que insuflaría oxígeno a una grada en deserción y una plantilla aturdida.
Parece difícil que el de Zaldibar supere este tercer «match-ball», tras el ultimátum de la Junta el año pasado antes de Cornellá y una renovación al final de Liga en contra de la mayoría de la afición.