Segundo punto de la temporada para el Alavés. Y meritorio, teniendo en cuenta cómo había comenzado la temporada su rival. Pero como sucediera una semana antes frente al Las Palmas, el empate le dejó cierto regusto amargo tras haberse hecho, durante buena parte del encuentro, acreedor a la victoria.

Como entonces, y pese a ejercer ahora de visitante, el conjunto gasteiztarra saltó al césped con claro planteamiento ofensivo y talante mandón, valiente, queriendo la pelota y presionando ante un Córdoba que quería pero no sabía cómo llevar la iniciativa. La jugada animó a los verdiblancos que, durante unos minutos, abrumaron al Alavés. Pero sus llegadas no solo no se tradujeron en el marcador, sino que estimularon a un rival que no tardó en reaccionar. El cuadro alavés se rearmó y comenzó a pasar la línea de mediocampo con seguridad y argumentos futbolísticos. Viguera fue el primero en probar a Saizar dentro del área, pero encontró la buena respuesta del meta tolosarra. Fue la antesala del gol porque solo dos minutos después, un centro de Luciano lo cabeceaba Mora lejos del alcance del meta local.

Los locales, tocados

El gol hizo mella en el Córdoba, que parecía tener plomo en las botas. Lentos y sin ideas, los locales apenas inquietaban a un Alavés que se organizó con orden y que no les dejó progresar. No conseguía hilvanar jugadas la escuadra andaluza, que solo era capaz de crear peligro en acciones aisladas, producto de balones en largo que nunca encontraban rematador. De hecho, fue el equipo visitante el que pudo aumentar su ventaja en una jugada que Viguera no supo definir al filo del descanso.

No pareció que el Córdoba hubiera aprovechado el descanso para encontrar la fórmula que mejorara sus prestaciones pero, sin embargo, a los seis minutos Bouzón aprovechaba un error en la marca de la defensa en un saque de esquina para batir a Goitia y restablecer el empate en el luminoso.

El gol hizo perder los papeles a los albiazules, que en dos jugadas absurdas se pusieron a la afición local en contra. Se aprovechó el Córdoba, que generó tres ocasiones consecutivas de gol, sin respuesta por parte de un Alavés que había perdido la compostura. Natxo González decidió mirar al banquillo, para dar entrada a Emilio Sánchez en sustitución del amonestado Óscar Serrano, aunque no cambiaron demasiado las cosas porque el Córdoba seguía coqueteando con el gol. Claro que la oportunidad más clara pudo haberla disfrutado el Alavés, que reclamó sin respuesta un penalti de Fran Cruz sobre Viguera.

El paso de los minutos le sentó mejor a la escuadra gasteiztarra, más poderosa que un anfitrión cansado. Al menos tanto como para buscar el segundo en una contra fulminante que Óscar Rubio, con la portería desguarnecida por el resbalón de Saizar, envió fuera.