elkarrizketa | JULEN ARZUAGA, PARLAMENTARIO DE EH BILDU en GASTEIZ
«El ‘suelo ético’ está decidido por mayoría, vamos ya a trabajar por la paz»
Julen Arzuaga, (Laudio, 1972) es abogado especialista en la defensa de derechos humanos y parlamentario de EH Bildu. Miembro de la Ponencia de Paz y Convivencia en un momento en el que este grupo de trabajo ha sido puesto en cuestión por el PSE, defiende la necesidad de abordar la cuestión de una forma constructiva, pero también desde el reconocimiento de las diferencias existentes y desde los planteamientos de cada grupo político.
Iñaki IRIONDO
¿Cuál es la posición de EH Bildu con respecto a la Ponencia de Paz y Convivencia?
La de participar de manera positiva, proactiva y constructiva en cualquier ponencia, foro o conferencia sobre la paz.
¿A qué atribuyen la actitud del PSE?
A enrocarse eternamente en una posición de salida para no tener que avanzar. Eso que llaman pomposamente «suelo ético» no es más que una formulación aprobada hace año y medio. Son unas bases sobre las que trabajar. Nosotros hicimos todos los esfuerzos para señalar cuál era nuestra posición sobre esas bases, pero decidieron no tocar ni una coma para no soliviantar a quienes están fuera, y para ello entraron en el juego de mayorías.
¿Cuáles son sus diferencias con el texto de esas bases?
En la entrada hay una mención única y exclusivamente a ETA como hacedora de toda la violencia de este país, y nosotros planteamos que además de ETA había otros agentes. Y en otro punto se habla de la memoria como instrumento de deslegitimación del terrorismo. Para nosotros la memoria no es un instrumento, es un valor en sí mismo, y queremos que haya una memoria lo más objetiva posible. Y si debe deslegitimar algo debe ser el empleo de las violencias. El PNV dice que no son cambios de calado y el PSE cree que sí. Nosotros sostenemos que son cambios de calado pero fácilmente asumibles. Lo que nosotros queremos en la ponencia es avanzar. Pedir comparecencias, preguntar, escuchar las respuestas y aprender. Lo que ocurre es que el PSE se ha encastillado pensando que de esa manera se refuerza su posición, que es que en este país solo ha habido una violencia, la de ETA. Y, de esa manera, no avanzar, porque no quieren aventurarse en un debate que no saben cómo va acabar.
Nosotros aceptamos trabajar con unas bases que se acordaron con una configuración concreta de este Parlamento, aunque esa correlación de fuerzas ya no existe. Y el PSE siente vértigo de que la lectura que se haga en la Ponencia -y que creo que iría en sintonía con lo que piensa la mayoría social- demuestre que esas bases tenían los pies de barro.
El lehendakari decía recientemente que a las ponencias se va para llegar a acuerdos y para eso hay que hablar...
Nos tenemos que poner un calendario de trabajo. Hemos llevado un calendario de trabajo porque queremos exponer y aprender. Y queremos llegar a acuerdos.
En junio EH Bildu ya dio por superado este debate del «suelo ético»...
Porque se había adoptado por mayoría. Dijimos que era una pena que no se hubiera hecho por consenso, pero también que una vez que para salvar ese escollo se había utilizado el sistema de mayorías, también podría usarse ante futuros escollos. No lo tomábamos como una afrenta. Si ese es el suelo decidido, vamos ya a trabajar. Se hizo una primera comparecencia de Jonan Fernández y nuestra idea era hacer más. Acelerar los trabajos de la ponencia era precisamente la manera de evitar frenazos o parones eternos. Pero no ha sido así. El PNV ha actuado buscando la comodidad del PSE y muchas veces se ha puesto en riesgo la dinámica de la ponencia.
Ahora hay sobre la mesa una petición de aplazamiento de la reunión del 13 de setiembre...
Que lo único que busca es aprovisionarse de nuevas disculpas y pretextos para volver otra vez al órdago que el otro día echó Patxi López. Una vez son las fiestas, ahora la actitud de EH Bildu sobre el suelo ético y luego serán las enmiendas que presentemos al Plan de Paz y Convivencia del Gobierno. Buscan excusas para teatralizar una decisión que ya está adoptada. El PSE, desde que el PP decidió quedarse fuera, no está cómodo en la ponencia. Además, hay otros intereses que puede tener mirando hacia Madrid.
Entiendo que no aprueban ese aplazamiento.
La convocatoria es el día 13 a las diez de la mañana y no vemos que haya razones para ningún cambio.
¿Tienen ya diseñadas esas alegaciones al Plan de Paz del Gobierno de Lakua que hay que presentar para el día 20?
Sí. Los contenidos están claros y lo que ahora estamos haciendo es darles forma. Vemos partes saludables, otras discutibles -y las queremos discutir- y también hay elementos difícilmente salvables.
¿Puede adelantar algunos de esos detalles?
Por ejemplo, nos parece positivo que se den pasos del reconocimiento de la fotografía general de víctimas de este país. Pero nos gustaría que además del reconocimiento de las víctimas se señalara quiénes han sido los conculcadores de sus derechos y la impunidad de la que han disfrutado. Está bien que se empiece a valorar el hecho de la tortura, pero parece que sus víctimas van a tener una categoría menor que otras víctimas. Se están haciendo víctimas de primera, que son las del terrorismo, otras de segunda, que son las de motivación política, y las de las torturas parece que quedan como de tercera. También creemos que faltan puntos como el de establecer cuál es el modelo policial y, dentro de ello, ni siquiera se menciona el acuerdo de este Parlamento sobre el repliegue de las FSE. En materia de presos falta una demanda del final de la política de dispersión y, sin embargo, se mete en cuestiones que están fuera de las competencias del Gobierno autonómico. Parece que Lakua actúa como cortafuegos de la presión que debiera ejercerse sobre el Gobierno español. Son elementos que nos lleva a la crítica, pero de forma constructiva.
¿Cuál va a ser la metodología de debate?
Parece que el Gobierno recogerá las propuestas y hará luego lo que estime oportuno. Pero lo bueno de todo esto es que al final, con las enmiendas, se va conocer cuál es el plan de paz de cada uno de los partidos. Será clarificador. Ojalá pudiera servir para hacer un debate sosegado sobre el Plan de Paz con mayúsculas de este país.
El sosiego no ha sido precisamente la características de los debates sobre esta materia...
Es un handicap que nos encantaría que se superara.
En opinión de EH Bildu, ¿qué papel tienen las instituciones autonómicas en la normalización del país?
Limitado. Creo que hay quien ha puesto todos los huevos en la cesta de la Ponencia de Paz cuando nosotros desde el principio hemos dicho que era parcial en cuanto a territorio y limitado en los agentes que participan. Hay otro problema: una víctima de ETA, sea de donde sea, puede pedir la exigencia de ser reconocida y reparada. Pero una víctima de otras violencias de motivación política, por ejemplo de Nafarroa, no tiene ese derecho. Lo que quiere decir que los instrumentos que están poniendo las instituciones de esta autonomía no dan solución a todos los problemas.
¿Cuál es la solución?
Se están haciendo esfuerzos. Por parte del Foro Social se están poniendo metodologías para que esto tenga cada vez una visión más integral.
Se ha dicho que a partir del final del verano se pueden ver nuevos movimientos. ¿Qué espera EH Bildu de este inicio de curso?
Hay que trabajar muchísimo. Cualquier avance que se quiera dar, cualquier movimiento que se quiera ver, exige mucho trabajo. Hay elementos para sentar las bases para que se den esos avances, hay voluntades, pero queda mucho trabajo por hacer para que se den esos pasos de forma segura.
¿Las reuniones bilaterales entre Sortu y el PNV pueden ayudar?
Mejorar en comunicación es un elemento básico.
Andoni Ortuzar lleva todo el verano reprochando al independentismo que está todavía obcecado en la negociación entre ETA y el Gobierno...
Si todos hiciéramos movimientos unilaterales y en positivo, no haría falta la bilateralidad. La unilateralidad tiene un gran valor, como se ha visto. Pero dado que algunas posiciones no se quieren mover, sería buena una multilateralidad aquella en la que distintos agentes se vieran cómodos dando pasos que que benefician a todos.
«No imaginamos que nadie se oponga a la comisión de investigación sobre Cabacas»
La familia de Iñigo Cabacas pidió una comisión de investigación sobre los hechos que llevaron a su muerte. ¿En qué punto está la petición?
Será uno de los primeros debates del inicio de curso y no nos imaginamos que nadie pueda votar en contra.
¿Se ha notado alguna diferencia en la Ertzaintza con la vuelta del PNV a su mando?
Creo que ha habido voluntades, pero ante el debate de poner en marcha un nuevo modelo policial, no pasan de lo cosmético. La posición de PSE, PP y UPyD es la de por qué cambiar nada si el modelo policial ha sido un dechado de virtudes. Y el PNV, aunque puede tener un interés de cambiar, porque las circunstancias son distintas, tampoco puede posicionarse frontalmente, no vaya a ser que se le soliviante el cuerpo. Vemos que en el debate sobre el modelo policial hay palabras con las que podríamos estar de acuerdo, pero no se traducen en contenidos.
¿Puede decirse que dentro de la Ertzaintza se ha establecido un poder corporativo autónomo?
Sabemos que la presión interna es muy potente, pero la externa también, porque la sociedad nunca había pedido con tanta nitidez que se tienen que dar cambios en la Policía. Cambios que vienen demandados por una gestión horrenda, trágica, de casos como el de Iñigo Cabacas, el de Xuban Nafarrate, y no quiero olvidarme del caso de Remi Aiestaran. Porque los cargos políticos no asumieron sus responsabilidades y lo dejaron todo a la posible detección de responsabilidades jurídicas. Pero son los políticos los que han jugado a la ruleta rusa con los materiales antidisturbios, ellos son los que deciden y en última instancia los responsables de su uso.
¿Es posible un cambio de modelo policial?
Creo que sí. Hay un anhelo social y quisiera ver que también hay un deseo en la propia Ertzaintza para que no se vuelvan a dar casos como el de Iñigo Cabacas. Hay que aprovechar esta ola para que las cosas se hagan de otra manera, para que se visualice a la Policía no como un agente coercitivo sino como alguien que colabora en el día a día de los problemas de la comunidad.