Javi Gracia también tendrá que ser esta vez el más rápido en completar el particular cubo de Rubik rojillo
Cuentan quienes coincidieron con él en su época escolar que era el más rápido de la clase en completar el cubo de Rubik. Ello da una idea de la pericia y agilidad mental por las que destaca Javi Gracia, cualidades ambas que le serán muy necesarias para reflotar la nave rojilla.
Natxo MATXIN
Casi treinta años para volver a defender los colores rojillos y prácticamente lo mismo para regresar a su tierra. El nuevo inquilino del banquillo osasunista inicia una etapa deportiva desconocida para él, después de un largo periplo nómada tanto en su faceta de jugador como en la de entrenador. Sus más allegados aseguran que precisamente el hecho de tener que buscarse las alubias fuera es lo que ha forjado su carácter.
Javi Gracia nacía hace 43 años en Iruñea y pasaba sus primeros años de infancia en el barrio de Donibane, donde todavía se encuentra la residencia de su familia, concretamente en la calle Monasterio de Urdax. El futuro futbolista, el más pequeño de dos hermanos, intercalaba el balón entre sus pies con los estudios, nunca descuidados gracias a la influencia de sus progenitores. Su padre, ya fallecido, fue inspector de Educación, y su madre profesora durante muchos años en la escuela de Federico Mayo.
Él ingresó en el colegio Irabia, también en la Txantrea, donde coincidió con su primo y actual directivo Txuma Peralta. Curiosamente también en el mismo colegio estudiaron el actual técnico del Promesas, Javier Lerga -ejerce como profesor de Educación Física en dicho centro educativo- y su segundo, Felipe Sánchez. No sería la escolar la única relación que mantendría Javi Gracia con este barrio iruindarra, porque también viviría la deportiva, aunque para ello tuvo que esperar hasta cumplir los 13 años.
Su padre había nacido a escasa distancia del campo de fútbol del Txantrea y no vaciló en trasladar a ese club a su vástago cuando vio que su carrera deportiva no iba in crescendo en Osasuna, cuyo fútbol base jugaba por aquel entonces en Salesianos. A partir de ahí, el ahora entrenador rojillo comenzó a despegar. Lo recuerda Julián Andueza, que fue uno de sus técnicos en edad juvenil: «Era muy responsable, el más creativo sobre el campo y muy rápido mentalmente».
Trotamundos convencido
Su envergadura y calidad no pasaron desapercibidas y el Athletic lo reclamó para sus filas. A partir de ahí, comenzó a ganar títulos como juvenil -campeón liguero y subcampeón copero frente al Barcelona-, lo que le llevó a dar el salto al Athletic B, donde coincidió con Larrazabal, Tabuenka, Kike, Garitano o Galdames. Su llegada al fútbol de élite con los leones parecía próxima, pero resultó ser uno de los damnificados por el fenómeno Julen Guerrero e, inteligente, Javi Gracia decidió cambiar de aires. Mané lo reclutó para el Lleida, donde inició su idilio con los ascensos, condición que prolongaría en su periodo como técnico. El conjunto catalán subió a Primera gracias a sus goles -13-, ya que fue el pichichi del equipo.
El Valladolid seguía muy atento las evoluciones del centrocampista iruindarra y se hizo con sus servicios ese mismo verano. Pucela no solo fue importante para Gracia desde el punto de vista futbolístico, sino también personal, pues ahí conoció a su actual esposa -Mariola- con la que tiene tres hijos. Como blanquivioleta se consolidó en Primera y ello le permitió vivir su época más dorada entre 1995 y 2002, militando primero en las filas de la Real y después en las del Villarreal, con quien también subió a a la máxima categoría.
A nadie extrañó que, tras colgar las botas, encontrase su sitio en los banquillos. «Lleva el fútbol en la sangre y todo se lo ha ganado a pulso, con mucho esfuerzo y trabajo», aseguran quienes mejor lo conocen. Eso sí, sin perder su condición transhumante, llevándole a manejarse en todas las categorías inferiores -ascensos de Cádiz y Almería incluidos-, e incluso probando suerte en otras Ligas europeas, como la griega. El círculo se cierra ahora y regresa a sus inicios, entrenando a Osasuna, «al que le va a dar otro aire», aseguran sus allegados. Tendrá que ser con el ingenio y celeridad de aquel niño que completaba el más rápido el cubo de Rubik.