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Himalaya | Gran apertura

El Kunyang Chhish East ya no es un pico virgen

Simon Anthamatten y los hermanos Mathias y Hansjörg Auer se llevan en julio uno de los grandes retos pendientes del Karakorum. Para pisar la cumbre por su cara suroeste necesitaron tres intentos, y el último les llevó cinco duras jornadas de escalada.

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Andoni ARABAOLAZA

«El Kunyang Chhish East ya no está inescalado, y un gran proyecto del Karakorum finalmente ha sido completado». Estas eran las palabras de Hansjörg Auer una vez finalizada su expedición al hasta ahora siete mil virgen. De esta forma Auer, junto a su hermano Mathias y Simon Anthamatten, resolvían uno de los grandes retos pendientes del Karakorum, tal y como confirma el propio Stephen Venables en su «Himalaya alpine-style». Dos excepcionales alpinistas, Steve House y Vince Anderson, ya lo intentaron en el año 2006, pero se tuvieron que dar la vuelta a 300 metros de la cima.

El trío austriaco-suizo necesitó de tres intentos para poder escalar esta montaña de 7.400 metros por su cara suroeste. El definitivo fue entre los días 14 y 18 de julio. El propio Auer relata los pormenores de la expedición del pico más alto del macizo del Hispar Muztagh.

«Íbamos andando por la morrena del glaciar Hisper cuando por primera vez vimos nuestro objetivo. Le susurré a Simon: `No puedo creerlo. Definitivamente es un monstruo'. Estaba asombrado de las dimensiones, y el gran anfiteatro formado por las cimas central, sur y principal, es uno de los lugares más salvajes que he visto.

La expedición no comenzó según lo previsto. Tuvimos problemas con el permiso, lo que retrasó la expedición unos días, y cuando Simon me llamó para decirme que sus problemas con el pasaporte estaban resueltos, mi hermano Matthias me dijo que iba hacia el hospital porque se había lesionado en su pulgar.

Me sentí confuso, me senté y traté de calmarme. Le habíamos dedicado mucho tiempo a este proyecto, investigando y entrenando. Así que Simon y yo decidimos continuar y aventurarnos en lo desconocido. Exactamente 20 días después realizábamos el primer intento. Era el 25 de junio. Lentamente nos íbamos haciendo a la altura, escalando algunas aristas y pequeñas paredes cerca del campo base. Descendimos, descansamos un día, y partimos hacia nuestro primer intento.

Mientras tanto Matthias llegó, pero debido a su lesión y a su falta de aclimatación no pudo unirse a nosotros. Simon y yo nos sentíamos realmente fuertes en nuestro primer intento. El tercer día, mientras el tiempo comenzaba a cambiar y los vientos se hacían más fuertes, alcanzamos un pequeño lugar para un vivac a 7.000 metros. Sólo eran las 02.00pm, pero las condiciones no nos permitieron continuar con la escalada. El lugar estaba muy expuesto a los elementos. Nunca olvidaré esta noche en la que tan solo esperábamos no salir volando hacia la oscuridad del Karakorum.

A la mañana siguiente la cosa era aún peor. La nieve conseguía entrar presionada a través de la cremallera de nuestra tienda. De repente, a las 8 de la mañana, supe que si nosotros no reaccionábamos, la montaña lo haría. Recogimos y luchamos hasta conseguir llegar a la base de la pared. Después de 14 horas, helados, hechos añicos y sin espíritu, Matthias se alegró de vernos vivos y nos ayudó a cargar las mochilas hasta el campo base.

Cuatro días más tarde lo intentábamos de nuevo, pero numerosas avalanchas y toneladas de nieve fresca nos obligaron a retirarnos a 5.600 m. Los siguientes diez días no tuvimos mucho que hacer. Mal tiempo, vientos muy fuertes en cumbre y nevadas en el campo base pusieron a prueba nuestra paciencia. La tarde del 13 de julio Karl Gabl, nuestro meteorólogo en Austria, nos mandó un parte prometedor. No la ventana perfecta, pero al menos las condiciones en la pared estarían aceptables debido a noches despejadas y frías. Y Matthias ya estaba en el equipo. El 14 de julio, a las 4.00 am, el equipo al completo comenzó el ataque final.

Los primeros dos días todo fue sobre ruedas. Después de un espectacular vivac en una diminuta y expuesta seta de nieve escalamos sin problemas hasta los 6.600 metros el segundo día. Se levantó algo de viento y coladas de nieve en los últimos largos de mixto, lo que supuso un inconveniente.

Pasamos otra noche dura en nuestra pequeña tienda, casi colapsados porque estábamos totalmente cubiertos de nieve. Los vientos aún eran fuertes y las duchas de nieve continuaron durante toda la noche. La mañana fue fría y gris. Intentamos seguir escalando, pero no pudimos. A los 200 metros encontramos una pequeña grieta con un hueco en forma de túnel en su interior. Un refugio perfecto: sin viento, sin duchas de nieve... nos permitió esperar los dos siguientes días.

En la mañana del 18 de julio los vientos se calmaron y el tiempo mejoró. A las 6.00 am, en cuando el sol salió, partimos. La siguiente parte, en mixto, fue dura, nuestras manos y pies se estaban congelando y la larga travesía fuera de la arista en hielo brillante nos dejó exhaustos.

A 7.000 m. de altura hicimos una pequeña parada antes de atacar la arista final. Directamente por el espinazo más alto alcanzamos terreno fácil. Las condiciones empeoraban según escalábamos, pero sabíamos que pronto estaríamos en la cima. Lentamente íbamos hacia el punto más alto y a las 12:30 pm, no podíamos creerlo, ya no podíamos ir más arriba. Cima.

 
primera vez

Los hermanos Matthias y Hansjörg Auer y Simon Anthamatten se hacen con uno de los grandes retos del Karakorum: el Kunyang Chhish East (7.400 m)

TRES intentos

El primero acabó a 7.000 metros, mientras que el segundo se quedó en los 5.600. El definitivo lo llevaron a cabo entre los días 14 y 18 del pasado mes de julio

«El reto de la escalada a una montaña virgen radica en su incertidumbre»

El Kunyang Chhish East era uno de los grandes retos pendientes del Karakorum. Y, como otros alpinistas de vanguardia, nos quisistéis dejar pasar la ocasión sin hincarle el diente, ¿no?

Simplemente queríamos un objetivo desafiante que nos pusiera a prueba. Además, teníamos la intención de escalar en un pico sin un montón de expediciones al lado. Cuando conocí a Steve House me inspiró a intentar este proyecto. Me aseguró que sería genial que alguien finalizara lo que ellos intentaron. Hablé con Simon, y la verdad es que este siete mil virgen ya estaba entre sus planes; llevaba tiempo analizando este reto. Una montaña de 7.000 metros, inescalada, dura por todas sus vertientes, con un descenso nada fácil... ¿Qué más se puede pedir? Es el sueño de cualquier alpinista.

La verdad es que el Kunyang Chhish East es un pico que realmente atemoriza al verlo de cerca. ¿Cómo os sentistéis al verlo?

Es una de las montañas más bellas del Karakorum. Tiene una gran estética, con una impresionante cara suroeste. Cuando la vi por primera vez me asusté mucho, y me sentí muy pequeño. ¡Todo su macizo con sus cinco picos cubre cuatro veces el área del K2! 2.700 metros de pared, clima impredecible, inestabilidad política en el país... son factores que hay que tener en cuenta y son las razones por la que los anteriores intentos fracasaron.

¿Que características tiene la ruta?

Era la línea más lógica de la montaña. Y también la más fácil. En definitiva, la que más oportunidades nos concedía para hacer cima. Nos enfrentamos a la montaña de la manera más pura: escalar un pico virgen buscando la línea más adecuada para hacer cumbre. Será la ruta más fácil de este gigante de granito. Técnicamente hablando, podemos decir que no es realmente difícil. La dificultad radica en la elección del momento adecuado. Necesitas 4-6 días para un recorrido de ida y vuelta.

Has señalado que técnicamente no es difícil y que será la ruta más fácil de dicha pared. No habéis ofrecido graduación sobre la ruta, pero seguro que tendrá lo suyo.

La combinación de los 2.700 metros de pared y la altitud hacen de esta montaña un gran desafío. Subes por terreno mixto a 7.000 metros, y eso no es fácil. Por algo han fallado los intentos de estos últimos 10 años. Quizás hayamos escalado M4/5, pero esta montaña es muy salvaje, muy alta y con un clima malo. El compromiso ha sido muy alto. Además hay que tener en cuenta que el reto de la escalada a un pico virgen radica en su incertidumbre.

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