La Ertzaintza se contradice y permite los plásticos negros en Hondarribia
A pesar de que una resolución de la Ertzaintza instaba a no mostrar plásticos negros, claramente vejatorios, al paso de Jaizkibel por la calle Mayor de Hondarribia, los detractores de la libre participación de la mujer lo ignoraron y los agentes incumplieron su propia resolución. Con todo, el Alarde mixto, que año tras año suma participantes, hizo una valoración muy positiva. «Antes o después, los plásticos caerán del todo», auguraba una participante.
Oihane LARRETXEA |
Los polémicos plásticos negros, destinados inicialmente a invisibilizar al Alarde mixto y que ahora se mantienen como símbolo de rechazo e intento de humillación, volvieron a estar presentes en la calle Mayor de Hondarribia al paso de la compañía Jaizkibel. Las personas que los sujetaban, la mayoría de ellas mujeres y jóvenes, gritaban «Betiko Alardea!», mientras que otras muchas optaron por girarse y dar la espalda a las casi 400 personas que integraban la compañía mixta.
La presencia de la Ertzaintza, ataviada con uniforme rojo y casco del mismo color, era notable. Posicionados de cara a las personas que mostraban su desprecio hacia los y las integrantes de Jaizkibel, los agentes aparentaban vigilar pero eludieron retirar los plásticos. Y eso a pesar de que el jueves desde el propio Departamento de Seguridad de Lakua se había emitido una resolución -firmada por Gervasio Gabirondo, jefe de la Ertzaintza- en la que se instaba a no llevar plásticos negros.
«¿Cómo está `La Bombonera'?», preguntaba un miembro de Jaizkibel a una persona del público minutos antes de cruzar el arco de piedra para enfilar la calle Mayor. «Hay plásticos de colores», respondía la otra con humor mientras animaba con aplausos.
No todo fueron abucheos, porque muchísimas personas también se acercaron a mostrar todo su apoyo a las mujeres y los hombres de la compañía paritaria. Detractores y partidarios compartieron un año más las estrechas aceras en el casco antiguo. Estos últimos se posicionaron delante de los plásticos negros, acallando con sonrisas y aplausos los gritos y abucheos.
Desde los arcos del Ayuntamiento mostraron su apoyo representantes políticos e institucionales como el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano; la portavoz de EH Bildu en la Cámara de Gasteiz, Laura Mintegi; la presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Lohitzune Txarola; la directora de Emakunde, Izaskun Landaida; y la adjunta del Ararteko, Julia Hernández Valles. También estuvieron en Hondarribia concejales de Bildu, además de diputados y otros representantes políticos.
Una de las ausencia más destacables fue la del alcalde, Aitor Kerejeta, del PNV, quien recientemente declaró que Jaizkibel en realidad era «una manifestación».
Hora de mover ficha
Tras dejar atrás la zona más conflictiva, GARA recabó algunas de las sensaciones de los participantes de Jaizkibel. Preguntada sobre cómo había vivido los momentos de la calle Mayor, Maribel aseguraba sentirse «muy bien, orgullosa y contenta» de ser parte de esa compañía que año tras año va incrementando el número de miembros.
«Piden `betiko Alardea', y parece que no se dan cuenta que este es el de siempre. Aquel que defienden quienes nos critican es el que no nos pertenece y que, además, privatizaron», recordaba.
Lamentaba que finalmente se permitiera el uso de plásticos negros, aunque destacaba que no dejaran taparse el rostro con él, y que llegaran hasta la cintura. «Estaban a media altura, y esto lo considero el símbolo de que están cayendo, y de que finalmente, caerán del todo».
El hecho de que las caras estuvieran al descubierto, en opinión de Maribel, no hacía tan sencilla la agresión verbal. Hasta este año la impunidad verbal, gracias al plástico con el que se tapaban las caras los detractores del Alarde mixto, les había resultado «muy cómoda», ya que les permitía proferir insultos, amenazas e incluso lanzar objetos sin que estas acciones tuvieran consecuencia alguna.
En cuanto al hecho llamativo de que muchas de las personas que ayer reivindicaban el Alarde tradicional fueran adolescentes, esta mujer explicaba que les llaman chicas «cantinerables», es decir, «chicas que no son sujeto de la fiesta sino objeto, porque participarían en caso de que fueran elegidas, no por que ellas decidieran por sí mismas hacerlo activamente».
Unos pasos más adelante Josetxo contaba que lleva siendo parte de Jaizkibel desde los inicios, hace veinte años. «Entonces creímos que el conflicto se resolvería en cuestión de una década y sin embargo... desde luego no podemos esperar otros veinte años, ¡ni hablar! Las fichas están sobre la mesa y solo falta moverlas. Y hay que hacerlo ya».
Por su parte, la capitana de la compañía, Izakun Larruskain, recordaba que han tenido negociaciones con Lakua y que desde esta parte se les había pedido que desfilasen «sin la imagen de la manifestación», mientras en paralelo se trataba de actuar contra los plásticos negros. Y se quejaba de que, «como se ha visto, Jaizkibel ha cumplido su palabra, pero ellos no, ellos sabrán el porqué»..
La resolución firmada por Gabirondo pedía efectivamente a Jaizkibel que no permitiera, a diferencia de años anteriores, que durante su recorrido se les uniera gente. Esta recomendación se cumplió hasta que dejaron atrás la plaza de Armas, recabando apoyos en la bajada de la calle Mayor.
Con todo, la capitana aseguraban que estaban «muy contentos» por «todos los pasos que se han conseguido este año» e insistía en que el sueño de Jaizkibel es que «un día llegue a haber un Alarde público y en igualdad, y ese sueño se cumplirá».
Progresistas y retrogrados
Al término del desfile de la mañana, el diputado general, Martin Garitano, señalaba que se vieron dos actitudes: una «progresista» y otra «retrógrada», ya que «unos se dedican a mirar al futuro y otros desgraciadamente todavía tienen actitudes del pasado». En cualquier caso, auguraba que «se irán apagando y superando, tanto en Hondarribia como en Irun y en todo Euskal Herria».
La directora de Emakunde, Izaskun Landaida, reivindicaba que la primera directora de Emakunde, Txaro Arteaga, inició este apoyo y «año a año» desde esta institución acuden a mostrar su apoyo a la compañía Jaizkibel porque hacen suyo que «mujeres y hombres tenemos derecho a participar en las fiestas en igualdad». Además, destacaba que «hay un problema de igualdad» y que se debe «poner en valor que esta igualdad es un valor social», además de «uno de los pilares fundamentales de la democracia».
Julia Hernández, desde la oficina del Ararteko, incidía en que «lo triste es que siendo una fiesta popular haya que asistir a espectáculos de este tipo». Y agregaba que espera «que poco apoco se vaya avanzando».
Tras el desfile de Jaizkibel, a las 8.55 comenzó el resto del Alarde en el paseo Árbol de Gernika, una celebración histórica en el que la mujer solo participa como cantinera y en la que tomaron parte unos 5.000 hombres divididos en 21 compañías.Por la tarde también hubo sendos desfiles, pero este año la citada resolución había marcado unos horarios diferentes a los de ediciones anteriores. Jaizkibel recorrió las calles en primer lugar, a las 17.10, pasando el testigo al Alarde discriminatorio a las 17.50.
Los detractores que aguardaban en la calle Mayor habían esperado durante horas el paso de Jaizkibel para mostrar su rechazo. También esperaron horas quienes apoyaban al tradicional para ver el desfile de los hombres.
Un vecino consideraba que las tensiones en las familias respecto a los dos alardes se han relajado «algo». «Lo que sigue siendo muy difícil es que alguien del tradicional hable abiertamente y se incorpore a Jaizkibel».