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Alarde: desprecio, desafío e inhibición

La actitud de la Ertzaintza para con los partidarios del Alarde discriminatorio de Hondarribia, que ayer desafiaron abiertamente al Gobierno de Lakua colocando de nuevo plásticos negros al paso de la compañía Jaizkibel, dio la medida del compromiso de ese Gobierno con la celebración de las fiestas en igualdad. La circular de la Ertzaintza de hace unos días al respecto podía percibirse como un paso en esa dirección, pero se quedó en el papel, y a la vez reveló la nula seriedad con que Lakua aborda el asunto.

El incumplimiento de la Ertzaintza de su propia advertencia contrasta bruscamente con el «celo» demostrado en tantas ocasiones por ese cuerpo policial, sin ir más lejos el pasado viernes en Laudio, cuando irrumpió en la Herriko Plaza de Laudio con intención de retirar la fotografía de Pablo Gorostiaga, por no referir actuaciones más contundentes que en no pocas ocasiones han tenido consecuencias fatales, al margen de no estar fundamentadas. La colocación de plásticos negros al paso de Jaizkibel constituye una muestra de desprecio hacia la compañía mixta bastante más evidente que las inexistentes intenciones de humillar a las víctimas que se dicen ver en las fotos de presos vascos. Irrisorio resulta también el argumento de la Ertzaintza de que esos plásticos molestan a la vista. Evidentemente, no se trata de a qué altura se colocan, sino del significado que trasladan: rechazo, humillación y vejación.

Si el Gobierno de Gasteiz se ha inhibido y lo sigue haciendo al limitar su actuación al Alarde mixto a la -afortunada- presencia de la directora de Emakunde, tampoco puede pasar desapercibido el papel del Ayuntamiento de Hondarribia, cuyo apoyo al Alarde discriminatorio traslada el mismo desprecio inherente a los plásticos negros y alimenta a las personas que los portan. Entre las que, por cierto, se revela un fenómeno preocupante, ya que la mayor parte de quienes increpaban ayer a la compañía mixta eran chicas jóvenes. Toda una prueba de que siguen faltando políticas integrales que comiencen por lo más básico y temprano: una educación que transmita la igualdad de género como la única opción en una sociedad justa y desarrollada.

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