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Maite Soroa | msoroa@gara.net

Cabreo y nerviosismo

El Gobierno español no sabe cómo reaccionar ante la la clara voluntad de catalanas y catalanes de ser dueños de su futuro. Y las palabras del ministro de Exteriores, que reconocía el éxito de la cadena humana, no gustaron nada en la derechona mediática, aunque no todos coincidían.

«Abc» titulaba en primera «España espera respuesta» al «desafío de la sedición independentista». En su editorial decía: «Oponer al separatismo catalán una suerte de relativismo constitucional -envuelto en un lenguaje melifluo- es un error de concepto y de estrategia. Es premiar la deslealtad con el privilegio». Es decir, que si una no quiere estar con quien no le apetece, es desleal.

Herman Tertsch, en vez de la cadena humana en Catalunya debió de ver alguna boda, y aseguraba, en el mismo diario, que «No ha sido un éxito» y que «el aquelarre separatista» fue «una cadena que no representa ni el 1% de la población española». Pues los independentistas escoceses representan menos en el «Reino Unido», y los lituanos en la Unión Soviética... Pero «no es lo mismo», ¿verdad?

A «El Mundo» le parecía «un grave error que precisamente el ministro de Exteriores contribuya a dar alas al nacionalismo y al independentismo». Lo cierto es que al auge del independentismo no solo han contribuido Margallo y su Gobierno, sino también los gobiernos anteriores y medios de comunicación como «El Mundo».

En el mismo diario, Federico Jiménez Losantos le daba un repaso a la vicepresidenta del Gobierno español y se ponía tremendo: «con quien trata el Gobierno que vicepreside Soraya es con los ruidosos enemigos de España mientras que a los silenciados por la horda separatista los tiene encerrados en el cuarto de los ratones, para que sus gemidos no estorben los `encuentros discretos' con Artur Mas». A este le va a dar algo.

Pero a Rajoy siempre le quedará Marhuenda, y «La Razón» aseguraba en su editorial que la multitud del pasado miércoles no representa «la voluntad de todos los catalanes, puesto que el único cauce de expresión democrática está en las urnas». Eso piden. Y después aplaudía al Gobierno porque «Por muy efectistas que resulten la apelaciones al maximalismo y a las soluciones radicales, importa mucho más mantener la cabeza fría, que es lo que a nuestro juicio está haciendo el Gobierno de la nación, sin entrar en el cuerpo a cuerpo tramposo que proponen los independentistas». Mira quién habla de trampas...

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