CRíTICA: «Arraianos»
El mito de la aldea fronteriza entre el sueño y la realidad
Mikel INSAUSTI
En teoría el estreno multimedia de las películas independientes permite acceder a la plataforma que cada cual elija, pero en la práctica no sucede así, porque llega la fecha del lanzamiento simultáneo y no hay ninguna sala de proyección en cientos de kilómetros a la redonda a la que poder asistir. Quien quiera ver al día de hoy «Arraianos» tendrá que hacerlo, como un servidor, pagando una muy módica cantidad en el portal Filmin.
No dudo en que tendrá un buen número de visitas, gracias al prestigio crítico que el segundo largometraje del gallego Eloy Enciso Cachafeiro se ha ganado a partir de su presentación en el Festival de Locarno, siendo premiado luego en el de Sevilla y en el BACIFI de Buenos Aires. Son reconocimientos más que suficientes para que esta obra no caiga en la temida etiqueta del cine maldito o invisible, ya que merece ser aplaudida y comentada como lo está siendo.
Por su ópera prima del 2007 «Pic-nic» pudiera parecer que Eloy Enciso estaba llamado al naturalismo o el arte contemplativo, pero sus dotes de observación le han conducido a arriesgarse con una experiencia sensorial diferente, más orientada hacia el poder estético de la palabra. Y digo estético, consciente de que al gallego, que se formó en la escuela cubana de San Antonio de Baños, no le atrae tanto el significado del habla como su propia sonoridad expresiva. Se recrea en la musicalidad del idioma gallego, haciendo que sus personajes reales de documental antropológico reciten textos que les son ajenos, y que seguramente ni siquiera comprenden. Lo que dicen está sacado de unos monólogos del dramaturgo Jenaro Marinhas del Valle, con ecos de Fernando Pessoa.
El texto de «O bosque» cobra un nuevo sentido en medio de esa tierra de nadie que es Couto Mixto, perdida en la nada entre Galicia y Portugal. Sus habitantes viven ensimismados, en su auténtica dimensión de pertenecientes a un entorno mítico que diríase surgido de la niebla como el Brigadoon de Minelli. Al igual que Mercedes Álvarez hizo en «El cielo gira», Eloy Enciso se acerca a ese lugar, mitad real mitad soñado, a través de los recuerdos y cánticos de la infancia.