El punto que consiguió ayer la Real en Valencia fue lo mejor de un mal partido en el que el Levante tuvo más y mejores ocasiones tras confirmar que es un equipo que se le atraganta al blanquiazul, que se tiene que conformar con lograr su primer punto en sus últimas cinco visitas en Primera División.

No lo mereció porque el Levante jugó mejor y tuvo hasta cinco ocasiones equiparables con la única jugada de peligro que creó la Real en todo el partido con tres remates de Seferovic, Vela y Xabi Prieto. Los blanquiazules acapararon la posesión de balón, cerca del 60%, pero en las zonas en las que se lo permitía su rival y sin la velocidad suficiente ni la profundidad necesaria para sorprender al serio entramado defensivo del Levante.

Jagoba Arrasate intentó desorganizar a los azulgranas con la misma estrategia seguida por Montanier, que en sus dos visitas al Ciutat de Valencia jugó sin una referencia para sacar de la cueva a Ballesteros y compañía. En el primer partido Vela les planteó muchos problemas, pero ayer la apuesta por Xabi Prieto, Vela y Griezmann para las tres posiciones más ofensivas y su constante movilidad no sirvió para nada. Tampoco la segunda oportunidad para jugar de inicio a Granero en Liga y se echó de menos la presencia de Xabi Prieto en esa zona y la de Vela por la derecha, que es por donde mejor rendimiento dan.

En los últimos minutos en los que Arrasate volvió a un planteamiento más normal, con Seferovic como delantero, Prieto por detrás por el centro y Vela por la derecha, la Real mejoró algo, pero no lo suficiente para generar ocasiones para poder lograr la victoria. Mejores resultados tuvo la entrada de Baba e Ivanschitz en el comienzo de la segunda parte, que permitió al Levante jugar a la contra con su velocidad y disponer de las opciones suficientes para ganar.

Claudio Bravo fue el mejor jugador realista y por eso todos los blanquiazules se daban por satisfechos con un empate sin goles en un campo en el que no va a ser fácil ganar para nadie.

Un campo desagradable

El Sevilla también empató sin goles en el único partido disputado en el Ciutat de Valencia esta temporada y al estilo de juego de la Real el del Levante se le atraganta como ninguno. Algunos criticaban a Arrasate por no saber mentalizar a sus jugadores y achacaban el mal partido a la disputa el martes del primer partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones.

Pero Arrasate, al margen de que a todos les puedan parecer mejores o peores las alineaciones, presentó un once con todos sus jugadores más importantes para reforzar el mensaje trasmitido durante toda la semana y en la charla previa al partido de que la Liga es la prioridad clara.

También lo era el año pasado y el anterior y el anterior y en los tres primeros partidos jugados por los realistas desde su vuelta a la máxima categoría tuvieron los mismos problemas y además salieron derrotados.

Los realistas y Arrasate se quejaban del calor y del estado del césped para añadir al encuentro más dificultades de las que tradicionalmente ofrece el Levante. Ayer no estaban Ballesteros e Iborra, pero han buscado sustitutos para desarrollar el mismo estilo de juego, con jugadores que cometen pocos errores, y cuando a esta Real no la dejan disfrutar con el balón y no encuentra espacios sufre.

La Real inquietó tan poco en el primer tiempo -no hubo ninguna oportunidad al margen de la que desaprovechó Barral, con un mal remate- que Caparrós decidió ir a por el partido en el segundo. Había optado de entrada por reforzar el centro del campo con un pivote en el puesto de media punta. Vio que no era necesario y volvió al 4-4-2 para crear problemas con la velocidad de Baba, el único jugador que creó problemas a Mikel González e Iñigo Martínez.

Ver a los dos centrales titulares acabar el partido sin resentirse fue lo mejor del encuentro a pesar de sus dificultades para controlar al delantero senegalés que ha llegado a Valencia cedido por el Sevilla dentro de la operación de traspaso de Iborra.

Los peores minutos

Fueron los primeros minutos de la segunda parte los que más problemas tuvo la Real, porque Caparrós quiso que el partido se abriera al jugar con dos delanteros a los que sus centrocampistas buscaban en cuanto recuperaban el balón. Pero los espacios solo se creaban entre los medios y los defensores realistas, porque todos los del Levante, menos Baba e Ivanschitz, seguían con su telaraña que atenazaba el juego ofensivo de la Real.

Tampoco jugadores importantes como Griezmann y Vela tuvieron su día. No se encontraron cómodos. Así, al margen de un disparo lejano de Xabi Prieto, solo se puede considerar como ocasión clara de peligro el triple intento de disparo de Seferovic, Vela y Xabi Prieto.

El Sevilla tuvo las tres de Baba en los pocos minutos en los que estuvo en el campo -sufrió un corte de digestión- la inicial de Barral y una falta lanzada al poste por Diop. Por eso la Real tuvo que dar por bueno el empate con la tranquilidad de que la visita al Ciutat de Levante es como una enfermedad que hay que pasar una vez al año. Porque parece la Real ya está incómoda desde que el autobús aparca a la entrada del campo.