Una «Vía vasca» sin esquemas de manual
EH Bildu presentó ayer su propuesta para articular y dar relieve a un proceso soberanista en Euskal Herria. Y lo hizo de la mano del documento «Vía vasca para la construcción compartida de nuestra casa» en el que detalla sus compromisos concretos al respecto. No faltarán quienes entiendan que, en las actuales circunstancias de la política vasca, con el nivel que muestran algunos líderes políticos y la lógica partidista y revanchista que se proyecta, esa propuesta expresa más un deseo que una realidad materializable a corto. No en vano, la vía vasca para la soberanía debe abrirse camino en un momento político contradictorio en el que a las expectativas ilusionantes despertadas por los procesos de independencia catalán o escocés y por una crisis estructural del modelo de Estado español en medio de una desparramada corrupción se unen las dificultades para encarar la resolución de las consecuencias del conflicto armado y, muy especialmente para los abertzales, el pacto «al modelo Ardanza» entre PNV y PSE que no cuestiona el estatus de subordinación y depedencia que vive este país.
Sea como fuere, a pesar de todos los límites, esta propuesta tiene potencial. Si consigue interpretar la extendida inquietud social que demanda otra política y una apuesta que desde abajo -desde el sindicalismo comprometido a la gestión cooperativa, desde el sentir comunal a los nuevos movimientos sociales- y hasta arriba -con los espacios de poder del soberanismo que pueden acordar protocolos de acción- combine innovación y alternativa para andar un nuevo camino, puede tener éxito. Eso dependerá de tener la capacidad de superar el juego de partidos tan dado a sacar pecho y a la bravata, a abrir más heridas de las imprescindibles entre aquellos que deberían aliarse en esta coyuntura. De saltarse las directrices establecidas y los esquemas de manual, sin estridencias, con convencimiento e innovando para avanzar.
La vía vasca para la soberanía requiere de una ciudadanía vibrante y activa en torno a una apuesta que ponga todas las fuerzas del país en marcha. Y, además, que haga comprender a los partidos que si no están a la altura la ola les pasará por encima y lo pagarán muy caro.