Atascados en la primera lección
El nuevo Osasuna de Javi Gracia muestra más sentido común, pero se queda sin opciones por su falta de intensidad defensiva. Los rojillos, más entonados en ataque que en la retaguardia. Roberto Torres marca y se confirma como uno de los jugadores más letales.
GETAFE 2
OSASUNA 1
Ramón SOLA
Setiembre no es mes para sembrar, pero en ello está -y estará aún un tiempo- este Osasuna en transición. Con un poco de suerte, hasta pudo cosechar algún punto, que ya va siendo hora, después de adelantarse 0-1 sin hacer gran cosa. Pero, para qué engañarnos, tampoco es que Getafe sea terreno fértil. El secarral del Alfonso Pérez no es sitio para venirse arriba precisamente. A este equipo tan justito por todos los lados no le alcanzó la recuperación del sentido común y para colmo ante la mayor calidad azulona acabó de venirse abajo por un sitio cada vez más común: la falta de intensidad defensiva.
Javi Gracia hizo una puesta en escena más comprensible que las anteriores. Cuatro detalles: Oier en el lateral izquierdo, un puesto más ajustado a sus virtudes y limitaciones; Cejudo de inicio; Torres también titular y en posición estelar; y Armenteros arrancando desde la banda izquierda, donde más ha destacado en su carrera. El once parecía bastante más reconocible que las extravagancias de los últimos tiempos. Quedaba por ver si el estilo también lo sería, si volvería el Osasuna rocoso de siempre y no este al que lo primero que ha hecho Gracia ha sido meter en el gimnasio, en una demostración palpable de que le toca empezar el trabajo por el principio.
Pues bastaron dos minutos para comprobar que no. Nada más pitar Mateu, como ocurriera ya en Anoeta contra el Athletic, el rival pudo marcar y forzó dos córners en dos minutos. Otro tanto iba a ocurrir en la segunda parte, con una clara ocasión madrileña al medio minuto y -esta vez sí- gol de Miku a los seis.
Basta ver en la tele los dos goles del Getafe para entender por dónde se desequilibró la contienda. En el primero saltó a por uvas Andrés, aparentemente ofuscado por el sol, y tampoco hubo un defensa atento a cubrirle las espaldas. El segundo resultó aún más desesperante por el error en cadena: primero fue Loties el que salió de la cueva a por un contrario sin encontrar el balón, y luego Arribas y Damià los que no supieron parar a Miku cuando lo tenían encimado y de espaldas.
Ni siquiera cabe alegar que fueran dos errores puntuales. El Getafe estuvo más metido que Osasuna en casi todo el partido, salvo cuando Luis García, que no es precisamente el entrenador más valiente del mundo, les echó atrás para garantizar su cabeza, amenazada tras haber sumado solo un punto en el arranque. Cuando encontraron el toque, los madrileños entraron por cierta comodidad por el centro, donde el doble pivote Puñal-Silva no acabó de echar el candado (y menos aún cuando a la media hora ambos se cargaron con tarjeta). Y cuando se atascaron en las combinaciones, lo intentaron por arriba, con la garantía que dan centradores como Pedro León y Diego Castro y rematadores como Varela, Lisandro o Alexis.
Osasuna nunca ofreció una sensación de contundencia atrás, por lo que sigue anclado en la primera asignatura, la más básica. Loties parece más fiero de lo que es realmente, Arribas no se encuentra a sí mismo y en los lados Damià y Oier no mejoraron a Marc Bertrán y Joan Oriol, lo que parecía relativamente fácil. Lo más sorprendente es que no parece tanto un problema de funcionamiento colectivo (en la primera parte Osasuna tiró bien la línea provocando hasta seis fueras de juego del Getafe), sino más bien de falta de punch individual. Y eso es noticia en el club de los Mina, Castañeda, De Luis, Pepín, Krutxaga, Sergio... defensas toscos pero sin concesiones.
Remates no faltaron
No todo fueron malas noticias. De mitad de campo para adelante Osasuna mostró cierto peligro, aunque fuera a oleadas y sin demasiada elaboración. El nivel de Torres en la media punta aumenta las dudas de por qué estaba tan relegado: el de Arre marcó en el 10 tras haber disparado ya en el 9 y también pudo hacerlo en el 40. Oriol Riera no tuvo remates de cabeza, pero se desató con dos grandes disparos en el 56 y sobre todo en el 85, un trallazo que hizo temblar el larguero a la media vuelta y tras haberse creado bien el ángulo. Todavía tendría otra clarísima Lolo un minuto después, al rematar una falta que sacó Moyá a bocajarro.
Diez días no han bastado para volcar la dinámica del equipo. Tampoco nadie lo esperaba ni lo exigía. Pero las apreturas clasificatorias van a complicarlo todo ya de entrada y el discurso ayer de Gracia no fue demasiado optimista. Era un partido para que el equipo empezara a coserse, con y sin puntos, y de momento sigue deshilachado.
La primera comparecencia de Javi Gracia tuvo poco desperdicio, porque el txantreano, hasta ahora comedido, tuvo un buen número de palos para sus jugadores. Y también indirectamente para el anterior equipo técnico, obviamente sin citarlo, ya que hizo hincapié en un problema físico. Ya lo había esbozado al cambiar radicalmente el método de entrenamiento, introduciendo ejercicios de fuerza en gimnasio y duplicando las sesiones.
«A día de hoy competimos, pero de una manera muy inocente. Somos muy blandos, muy cándidos. Una mejor forma física nos hará sentir mejor. Estamos muy lejos del equipo que quiero yo y del que queremos todos. Es la situación en la que veo al equipo. El análisis no me corresponde a mí. Pero la realidad es esa. Cada uno que saque sus conclusiones», dijo Gracia de un tirón.
Su discurso resultó algo desalentador por momentos, después de que en la víspera se hubiera mostrado seguro de que el equipo iba a dar la cara. «Ya sabía que no iba a ser fácil -apuntó-. No hemos tenido un buen comienzo y era una buena oportunidad para conseguir sumar. Lo que no se puede poner es ningún pero al esfuerzo y a las ganas. Pero se siente impotencia de ver que se quiere, pero no se puede. Vemos lo que sufren los jugadores a lo largo del encuentro».
Aunque ayer acabó más entero que en los partidos de Mendilibar, en los que Osasuna se desfondaba por la intensa presión, Gracia consideró que «el equipo se va diluyendo poco a poco. Hemos tenido el acierto y la fortuna necesaria de hacer gol fruto de la agresividad. Ha llegado ese gol y luego ya poco a poco hemos ido sufriendo el calor, el cansancio.... Hemos dado muchas facilidades en el segundo gol».
Para los amantes de la estadística, nunca en Primera Osasuna había arrancado sin sumar un solo punto en los cuatro primeros partidos. Los optimistas pueden consolarse con que el año pasado solo tenía uno. O con que será difícil que no supere los cinco puntos en la jornada 10 que acumuló entonces.