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Socialdemócratas y Verdes quieren volver juntos a la Cancillería de Berlín

Si fuera por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y los ecologistas Verdes, el 22 de setiembre volverían a gobernar juntos, poniendo punto final a la era Merkel. Pero para ello hace falta un milagro o al menos un tripartito con el partido socialista Die Linke.

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Ingo NIEBEL

A una semana y media de los comicios, la suerte parece echada en Alemania a tenor de las encuestas, que suelen ser fiables con los acostumbrados dos puntos más o menos de margen a aplicar a cada resultado.

Según un reciente pronóstico del instituto Forsa, los partidos de oposición, SPD y Verdes, lo van a tener difícil para regresar al centro de poder, a la Cancillería, si no es por razones que se hallan en manos de terceros.

Los socialdemócratas han podido sacar cierta ventaja del debate televisivo entre su candidato, Peer Steinbrück, y la canciller, Angela Merkel (CDU). La Unión Demócrata Cristiana cae un punto, llegando al 39%, mientras que el SPD sube dos, hasta el 25%. Ahí empiezan los problemas para ambos, ya que sólo podrán gobernar con al menos un socio.

El crecimiento del SPD proviene del electorado de los Verdes, su socio preferido. Los ecologistas, encabezados por Jürgen Trittin y Katrin Göring-Eckhardt, han caído a 9 puntos, su peor resultado desde 2009. Sumando, las cifras no nautralizan la ventaja de Merkel, quien podrá mantener el bipartito si su socio, el Partido Liberaldemocrático (FDP), con el ex ministro de Hacienda Rainer Brüderle a la cabeza, supera el límite del 5%. Tras encuestas que dieron el 6% a los liberales, está a punto de quedarse fuera del Bundestag.

Aunque los Verdes ganarían su pugna tradicional con el FDP, se les presentan problemas. La nueva caída demuestra que dejar sus temas tradicionales, como ecologismo o los derechos civiles, para centrarse en la política social, incluso proponiendo una mayor presión fiscal para la clase media alta, no les ha hecho bien.

El declive adquiere una dimensión drástica si se tiene en cuenta que en 2011, después de la catástrofe de Fukushima, y ante los manifiestos problemas que enfrentaban a los socios de Gobierno, obtuvieron más del 20% en las encuestas y que durante meses se disputaban con el SPD ser la segunda fuerza a nivel nacional. A pesar de ello y de que, junto con los socialdemócratas, arrebatasen a la CDU su feudo -Baden Württemberg-, no logran ser tercera fuerza porque les falta electorado fijo.

Posibilidades

Según Forsa, es el partido socialista Die Linke el que ocupa este lugar al llegar al 10%. La formación, una fusión entre el sucesor del Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA) -partido gobernante en la extinta República Democrática Alemana-, socialdemócratas, sindicalistas e integrantes de grupúsculos izquierdistas, podría tolerar un bipartito de Steinbrück y Trittin, tal y como lo hizo a nivel regional. Sin embargo, ni el SPD ni los Verdes quieren. Ambos han excluido cualquier tipo de colaboración con Die Linke, que concurre con el jefe de su grupo parlamentario, Gregor Gysi, como cabeza de lista. Este partido ha ganado puntos por el escándalo de la NSA y por la reciente amenaza de Washington de atacar Siria.

Otro factor a favor es que, ante la debilidad del FDP y de los Verdes, la posibilidad de una gran coalición entre CDU y SPD coge cada vez más peso. En la primera edición del bipartito (2005-2009), los socialdemócratas perdieron el resto de su «conciencia social», ya que no les quedó otro remedio que seguir aplicando las medidas neoliberales que habían acordado en las dos legislaturas anteriores.

Aún así, la mayoría prefiere un Ejecutivo de CDU y SPD porque piensan que Merkel garantiza la estabilidad económica mientras que los socialdemócratas se encargan de las cuestiones sociales. Steinbrück ha anunciado que no formará parte de otra gran coalición porque quiere todo o nada.

Al menos dos factores pueden alterar los actuales juegos aritméticos. Uno son las elecciones regionales en Baviera de ayer. La mayoría absoluta conseguida por la Unión Social Cristiana (CSU) y la nueva debacle del FDP hace que los estrategas de Merkel teman que muchos de sus votantes puedan optar por apoyar a los liberales. El otro factor es la eurocrítica Alternativa para Alemania (AfD) que, según Forsa, solo tendría el 3 %, pero podría dar la sorpresa porque es difícil calcular su grado de atracción entre los indecisos y los hasta ahora abstencionistas.

 

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