Maite Soroa | msoroa@gara.net
¿Imposición? ¿Dónde?
Ya hay carta de respuesta de Rajoy al «desafío secesionista» catalán y la derechona pedía mano dura. Hay quien considera que esa respuesta no es «suficiente», y ya se imaginan qué piden, ¿no?
«El Mundo» titulaba en portada «Mas se aferra a la falta de un `no explícito' de Rajoy a su consulta», y varios de sus columnistas le daban un repaso al Gobierno por blando. Federico Jiménez Losantos ponía verde a García-Margallo: «Un perfil zarrapastroso, muy adecuado para un ministro español de Asuntos Exteriores que tiene como segundo empleo el de propagandista antiespañol del separatismo catalán». O sea, el enemigo en la cocina. Carlos Cuesta decía que «la afrenta rupturista de la Generalitat no deja de engordar (...) desde el inicio de las cesiones al nacionalismo». El caso es que «Todo un interminable listado de cesiones» no han debililitado el nacionalismo. No se puede ser tan generoso. Empiezas a hacer concesiones y te encuentras con que hay gente, mucha gente, que quiere decidir por sí misma. Conclusión: «No es hora de seguir alimentando cuervos. A menos que queramos que nos saquen los ojos».
«La Razón» también anunciaba en portada la «Huida hacia adelante de Mas: mantiene la consulta para 2014, preso de sus socios de ERC». Más bien obligado por la presión popular. En su sección `Las caras de la noticia', adjudicaba una flecha hacia abajo al coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, por decir que es un error del Gobierno español cerrar la puerta a una consulta en Catalunya, y decía que Lara no puede «falsear la realidad: la consulta en cuestión está fuera de la legalidad». Resulta que la mayoría de los catalanes rechazan esa legalidad, y es lo que pretenden dejar más claro por medio de la consulta.
«Abc» decía que «la Generalitat se enroca y mantiene el desafío secesionista». E insistía en su línea guerrera: «La falacia de la `imposición española' gana enteros en la sociedad catalana porque no se articula un discurso alternativo constitucionalista, que vaya más allá de las estériles crítica a Mas, y entre en el debate social abierto en Cataluña. Dicho claramente, la Constitucion necesita en Cataluña una defensa militante, que no renuncie a ninguna herramientea política ni legal, sea el diálogo que ofrece Rajoy, sea el procedimiento de protección del interés nacional del artículo 155 de la Constitución». Es decir, todas las opciones son legítimas, pero si no gustan al nacionalismo español, se basan en una «falacia» y dejan de serlo. Pura democracia.