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pacto PNV-PSE

Vuelta a la normalidad

Iñaki IRIONDO

Son palabras grabadas a Iñigo Urkullu en 2008: «Creo sinceramente que hubo un ejercicio nefasto en la política del PNV en 1998-1999, acogiéndose a que tenía que hacer una política de suma de fuerzas nacionalistas y romper todos los puentes con el PP que gobernaba en el Estado español en aquel momento y, sobre todo, con el PSOE». Están transcritas por María Antonia Iglesias en su libro de entrevistas «Memorias de Euskadi». El hoy lehendakari y entonces presidente del EBB hablaba de «la aventura en la que nos ha metido Ibarretxe». Años en los que, ayer supimos oficialmente por su boca, Urkullu considera que primó «más el enfrentamiento y la confrontación, y más la política de bloques y división, que la del diálogo y el debate en la búsqueda de consensos sólidos». Ahora llegan nuevos tiempos de «encuentro» y «pluralidad». Que recuerdan a aquellos gobiernos de Ardanza de los «valores compartidos».

Resulta llamativo que para el sector que manda en el PNV y en conjunción con el discurso dominante desde el unionismo, «pluralidad» sea sinónimo de integrar en el consenso al nacionalismo español. Por contra, se considera «política de trincheras» unir en un acuerdo a un partido democristiano y una coalición que agrupa desde posiciones socialdemócratas a otras de izquierda radical y transformadora y que, además, juntos sumarían dos tercios del Parlamento. ¿Es más «plural» un apretón de manos entre Iñigo Urkullu y Patxi López que uno entre Andoni Ortuzar y Hasier Arraiz? ¿En cuál de las dos parejas hay más similitudes y menos diferencias? Y, pese a todo, ¿cuál concitaría más apoyo social?

Visto cómo lo pasó en 1998, cuando «el partido quedó aislado», Urkullu habrá respirado ya con la vuelta a la normalidad.

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