GARA > Idatzia > Kultura

CRíTICA: «Afterparty»

El terror histérico que se desprende del fenómeno fan

p051_f01.jpg

Mikel INSAUSTI

Desde el primer momento he dicho que «Afterparty» es la peor de las lecturas posibles que se podía hacer del clásico del género terrorífico «Misery», escrito por Stephen King y llevado a la pantalla por Rob Reiner. El personaje de la secuestradora inmortalizado por Kathy Bates encuentra su versión rejuvenecida en Rocío León, que es la chica más freak del grupo de fans que hace una encerrona al ídolo de una teleserie de miedo llamada «Campamento misterio», y la que refleja las contradicciones de la peligrosa relación bipolar de amor-odio que las seguidoras mantienen con su actor favorito.

Lo único que acierta a captar el debutante Miguel Larraya del fenómeno fan es la histeria colectiva, justo porque del comportamiento histérico de las adolescentes se alimenta este thriller juguetón que quiere ser el equivalente español a la saga «Scream» del maestro Wes Craven. La traducción, por decir algo, se limita a un vulgar «corre-que-te-pillo» donde se pretende conseguir eso tan manido de que nada es lo que parece. En «Afterparty», sin embargo, nada es nada.

Se han visto infinidad de películas de terror juvenil sobre la broma de colegas o de compañeros de instituto que se les escapa de las manos a sus organizadores, y que termina de forma sangrienta. Dicho esquema, que no va a ninguna parte, pretende ser aplicado en «Afterparty» a un grupo de fans despechadas que quieren dar una lección al famoso de turno, cuya foto luce en sus carpetas del instituto, para bajarle los humos. Lo que podría parecer, así contado, una rebelión contra la dependencia mediática por parte de los consumidores menores de edad, se queda en un burdo recurso para reconducir cualquier asomo de crítica generacional hacia el culto a la telebasura, como no podía ser de otra forma tratándose de un subproducto de Mediaset.

Y mira que les comprendo a los ejecutivos de la cadena, puesto que si sus actores y actrices de las series adolescentes no saben vocalizar, trae más cuenta ponerles a gritar en una película de terror. Otro tanto sucede con la falta de expresividad, ya que si salen con el rostro cubierto de sangre se evita el problema de los comprometidos primeros planos.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo