Mikel INSAUSTI

Ken Loach, como Miyazaki, tiene todo el derecho del mundo a ir bajando el ritmo de trabajo, en vista de que los artistas y autónomos en general no se jubilan nunca. A sus 77 años piensa refugiarse en el documental, motivo por el que ha anunciado que su próxima realización «Jimmy's Hall» será la última de ficción. Calcula que el rodaje en Irlanda le va a quitar mucha energía, por tratarse de una reconstrucción de época (años 30). Con ello perdemos a un gran creador cinematográfico, pero a cambio ganamos a un no menos avezado documentalista que comenzó su carrera practicando dicho género.

Si todos los documentales futuros de Loach van a ser como «El espíritu del 45», bienvenidos sean. El veterano cineasta brinda una sabia lección de historia, que resulta imprescindible en los tiempos que corren. De la misma forma que el profesor de economía Santiago Niño Becerra vaticinó el estallido de la crisis actual, basándose en el sentido cíclico de la historia para fijarse en lo que ocurrió con el crack del 29, Loach pone el caso de la posguerra como claro ejemplo de superación. Según él, no todo está perdido, siempre y cuando se sepa aprender del pasado para no volver a cometer los mismos errores. Es más, si la situación es la que es, se debe a las políticas neoliberales que, como la de Margaret Thatcher en Inglaterra, han destruido todo lo que el pueblo había conseguido con esfuerzo tras la guerra.

«El espíritu del 45» explica la repetida advertencia de que se está perdiendo el estado del bienestar, y lo hace remontándose al periodo en que surgió. Las imágenes de archivo se funden con los testimonios rodados en blanco y negro, en un todo que refuerza la memoria colectiva. Supervivientes de aquellos duros años evocan lo que supusieron en sus vidas los cambios y mejoras sociales del partido laborista de Clement Attlee, al nacionalizar el Banco de Inglaterra, el agua, el carbón, los ferrocarriles, la aviación civil, la electricidad, el gas, la educación o los planes de viviendas. Con su gorra de brigadista, el octogenario galés Ray Davies recuerda la muerte prematura de su madre, justo antes de la implantación del sistema sanitario universal y gratuito.

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