Maite Soroa | msoroa@gara.net
El «glorioso Cuerpo»
Acostumbrada a bucear en todo tipo de medios, sobre todo los más escorados a la diestra, a servidora no le sorprende ya casi nada. Pero siempre hay algún elemento que le provoca a una un cierto hormigueo, casi un escalofrío. Así ocurrió al leer la última pieza firmada en «La Gaceta» por Rafael Dávila, que por si no lo conocen, es un general retirado del Ejército español. Escribe esta vez sobre la Legión, que debe andar de cumpleaños, y lo hace de esta guisa: «la flor y nata de aquellos días iniciales fueron los doscientos catalanes que como un alud se alistaron en Barcelona. `¡Bienvenidos, catalanes legionarios; vosotros seréis la base sobre la que se construirá la Legión!', les dijo el teniente coronel Millán-Astray, su fundador». Millán-Astray, ese demócrata... Explica el columnista que vestía de caqui que «se cumplen ahora 93 años y la Legión, sin haber modificado un ápice su espíritu inicial, el de su credo fundacional, sigue siendo un referente del ejército español por su espíritu de entrega y sacrificio». Sacrificio, el de los demás querrá decir. Aunque no pondremos en duda que sea un referente para el Ejército español, tan progresista él...
Apunta Dávila que «pocos son los que no han oído hablar de la Legión aunque el conocimiento que de ella se tiene suele sustentarse en tópicos muy alejados de la realidad. Desconocimiento o malintencionados datos que en ocasiones han deformado la realidad de este glorioso Cuerpo. Incluso en el mundo militar, en algún caso, y simulando cambios aparentemente sin importancia, se ha intentado despojarla de sus ritos y tradiciones, algo sustancial para el legionario». Tanto como la cabra, según dicen. Lo del glorioso Cuerpo tiene guasa, pero lo dice en serio.
El general en cuestión, que se define a sí mismo como «caballero legionario», hace alarde de la concesión del «Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a las Agrupaciones Tácticas Málaga y Canarias» hace veinte años por su papel en Bosnia, y tras destacar que «eran legionarios, los mismos de siempre y con el espíritu de siempre; los de Albania, Kosovo, Macedonia, Irak, Afganistán, Congo, Líbano», prosigue señalando que «nada ha cambiado, cumplirá con su deber, obedecerá hasta morir. Camino del Centenario miramos al futuro con esperanza y firmeza pero sin bajar la guardia». Y para concluir, qué menos que gritar: «¡Viva España!¡Viva el Rey!¡Viva la Legión!». Así está el patio en ese oasis de la democracia que llaman España. Estamos tardando en darnos el piro.