Xabier Arberas Vecino de la Parte Vieja
Las gafas de Ernesto Gasco
Las iniciativas enfocadas a mejorar la calidad de vida de nuestros barrios no son un bumerán político con el que hacer malabarismos electorales
Ernesto Gasco ha pedido al Ayuntamiento que se implique en mantener en las Euskal Jaiak de este año la Parte Vieja limpia de meadas y basura. Se ha dado cuenta en agosto de 2013 que las condiciones de higiene e insalubridad de la Parte Vieja donostiarra son inaceptables. ¡Qué perspicacia!
La mejora de la capacidad visual y olfativa de Ernesto Gasco es uno de esos milagros que solo se producen una vez cada 20 años. Y es un récord, además, el haberlo alcanzado en dos años de oposición.
Acostumbrados a escuchar la cantidad de ocurrencias con la que algunas de sus señorías concejales en el Ayuntamiento de Donostia nos iluminan de vez en cuando, leer las propuestas de Ernesto Gasco para las Euskal Jaiak, en concreto, para mejorar la situación de emergencia sanitaria que se produce en el barrio en todas las fiestas (añadiría que la situación se reproduce todo el año), es un aldabonazo y me ha dado pie a escribir estas palabras porque lo merece.
Tras 20 años de gobiernos del PSE encabezados por Odón Elorza y en el que él ha sido una pieza clave, a estas alturas ya no me cabe ninguna duda de que estar en la oposición realiza prodigios.
Ernesto Gasco vivió en la Parte Vieja. Fue miembro del gobierno municipal durante muchos años. Vamos, que es una de esas personas, como se dice popularmente, que tienen más conchas que una ballena. ¿Y ahora descubre una situación que Parte Zaharrean Bizi Auzo Elkartea y otros agentes del barrio han manifestado reiteradamente?
La asociación de vecinos Parte Zaharrean Bizi ya propuso al actual gobierno municipal que asumiera y liderara campañas para impedir que la Parte Vieja sea un urinario y vertedero público al aire libre. Desde el mismo año en que nos constituimos (2012) hemos presentado iniciativas para Euskal Jaiak, Santo Tomás, San Sebastián, etc. y, además, para tratar de implicar a todos los sectores del barrio en ese objetivo: comerciantes, hosteleros, sociedades gastronómicas, jubilados, vecinos, etc.
No me resigno a que lugares en los que al día siguiente tienen que jugar las niñas y niños del barrio o pasear y sentarse jubilados y personas con problemas de movilidad, entre otras, sean objeto de una marranada colectiva descomunal injusta e inconcebible en otros barrios de la ciudad.
Tan solo me que queda decirle a Ernesto Gasco que las iniciativas enfocadas a mejorar la calidad de vida de nuestros barrios no son un bumerán político con el que hacer malabarismos electorales. Su propuesta huele a oportunismo político, del grande. Yo le incito a que se sume de verdad a hacerlas permanentemente para que mejoren la calidad de vida de las vecinas y vecinos de todos los barrios de la ciudad y de la Parte Vieja en particular.
Le invitaría a ir al oculista más a menudo. Y, hombre, si no fuera porque políticamente no resultaría considerado (o sí), le propondría sumarse a trabajar con nuestra asociación en el barrio, codo con codo, pero no solo para sanearlo de meadas y basuras, sino también liberarlo de terrazas invasivas y agresivas que impiden el descanso (un problema sanitario de primer orden pero, claro, no se ve), dificultan el tránsito peatonal, llenan las calles de obstáculos insalvables para invidentes, personas con problemas de movilidad y vehículos de emergencia y ocupan el poco espacio público de que disponemos para uso y disfrute de las vecinas y vecinos.
Pero, como dice el refrán, «nunca es tarde si la dicha es buena».