No es nueva la advertencia de los colectivos que trabajan con las personas en situación de vulnerabilidad y exclusión, pero su denuncia adquiere tintes dramáticos cuando se ha conocido que la semana pasada dos hombres, de 40 y 47 años, que malvivían en las calles de Bilbo muerieron. Ayer, la plataforma besteBi los les recordó con una concentración solidaria en la plaza de la Convivencia, en el corazón de las Torres Isozaki.

La plataforma por la inclusión residencial y a favor de las personas sin hogar desveló que una de las víctimas -David, de 40 años- fue encontrado sin vida en un cajero en el que había pasado la noche. Llevaba una década en el Botxo y «era muy conocido en albergues, centros de día y comedores». Además, insistieron en su carácter solidario hacia otras personas que como él malvivían en la calle.

En el hospital falleció la otra víctima -José Luis, de 47 años, que estaba separado- al que los servicios de emergencia localizaron en el interior del coche en el que dormía. Antes de resguardarse en el vehículo, lo había hecho en una tienda de campaña. En enero de 2012, logró una plaza en un centro de día y a consecuencia de una grave enfermedad crónica que padecía, consiguió alojarse varios meses en el albergue municipal de Elejabarri, aunque tuvo que retornar al coche, según informaron desde besteBi.

La plataforma denunció la «precaria» situación en la que malviven las personas sin hogar, «acuciadas por situaciones personales complejas donde se suelen unir, en muchos de los casos, enfermedades tanto físicas como mentales, así como relaciones personales escasas, lo que lleva a deterioros muy rápidos que suelen acabar en muertes prematuras a edades medias 20 ó 30 años por debajo de lo normal». Este es, por ejemplo, el perfil de los cuatro varones muertos desde junio, de 40 a 52 años. Dos fallecidos en un cajero y un edificio abandonado, y otros dos en el hospital después de ser ingresados de urgencia por graves problemas de salud.

«Una sociedad como la nuestra, avanzada, sana e inclusiva, debe poner todos los medios a su alcance para acabar con el sinhogarismo lo antes posible», manifestaron. Las herramientas para lograrlo, apuntaron, es la prevención de la exclusión social para evitar que más personas caigan y dotar de medios, recursos y herramientas para ofrecer caminos de recuperación e incorporación social.