El biopic «Jobs» se centra en lo profesional en detrimento de lo personal
M.I. | DONOSTIA
El hecho de que «Jobs» sea una película independiente ha permitido la celeridad a la hora de estrenarla, tan sólo unos diez meses después de la muerte del magnate de la informática Steve Jobs. Pero las prisas tienen su contrapartida, porque se trata de un biopic que ha quedado muy incompleto.
Se centra exclusivamente en su vida profesional, sin atreverse a entrar en su compleja e ingrata personalidad. Nada desvela sobre su perfil psicológico o su entorno sentimental, si es que realmente lo tuvo. Al final todo se queda en el consabido canto al joven emprendedor yanqui que comienza montando el taller en el garaje familiar y acaba dirigiendo una gran empresa multinacional.
Lo incomprensible del asunto es que para describir la faceta empresarial la película no ha contado con el respaldo de Apple, por lo que falta la necesaria ilustración para las explicaciones técnicas, hasta el punto de que los modelos de ordenadores de los que se habla no resultan reconocibles.
El cinéfilo también se va a sentir decepcionado, puesto que ni se menciona la aventura de Pixar. En cuanto a la caracterización de Ashton Kutcher, ésta no va más allá del mero parecido físico y la imitación de gestos o expresiones verbales, sin transmitirle cuerpo dramático.