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Raimundo Fitero

A oscuras

 

El punto de partida de la serie «Revolution» es realmente fascinante: algo grave y de carácter desconocido sucede en el planeta y se acaba con la luz eléctrica. O al menos en esa parte del planeta que nos retratan. Una situación de pánico. Si alguien ha vivido alguna vez un apagón de varias horas en horario nocturno podrá comprender de manera experimental la dependencia que tenemos de la electricidad. Casi todo lo que usamos habitualmente depende de la electricidad. En la oscuridad nos convertimos en insolventes, incapaces de manejarnos ni de utilizar nuestros utensilios. Un coche atravesando unas calles manda unos haces de luz que convierten en fantasmagóricas figuras las sombras.

Desde ese punto del momento preciso del oscuro total, la trama comienza quince años después, cuando se supone que no han logrado recuperar ni la dinamo, ni los molinos de agua, viento o explosión para generar electricidad. Una vuelta a un primitivismo que convive con el recuerdo de los teléfonos inteligentes, de la televisión digital, de todo cuanto hoy forma parte de nuestra convivencia. Estamos ante una serie que podría considerarse como de terror sicológico, como de alerta social para mostrar nuestras dependencias absolutas a instrumentos, energías, aparatos que funcionan a través de la transformación de la energía en corriente eléctrica, pero que en la serie intentan dotarle de otros componentes, la búsqueda de desparecidos, el convertir el paisaje en un territorio para la angustia.

La serie se estrenó en La Sexta, su formato es reconocible, su forma y estructura son muy convencionales, por lo tanto el elemento de pánico está en la trama, en la situación, en lo que no se ve. Y ahí cuesta meterse de manera incondicional en una situación tan post-apocalíptica pero que mantiene en lo estético todos los valores actuales de la iconografía americana, aunque con matices circunstanciales. Quince años a oscuras producirían muchos daños, muchas cosas irreversibles. La tecnología actual que manejamos cotidianamente, suspendida de repente, nos llevaría a un caos que es difícil concretar sus consecuencias. Seguiremos atentos a la evolución de esa serie de J.J. Abrams, uno de los creadores de la admirada «Perdidos».

 

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