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análisis | la historia de américa, vista por Oliver Stone

Los vencidos serán los vencedores

Oliver Stone se reivindica como una de las principales atracciones de Zabaltegi... y como historiador con ganas de dar guerra

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Víctor ESQUIROL Especialista en cine

El que la historia la escriben los vencedores parece un principio discutible tan solo en la condición de quienes sostienen el lápiz. Por ejemplo, como nos ha enseñado la recientemente estrenada `The Act of Killing', en Indonesia la autoría de los libros dedicados a dicha materia corre a cargo de los monstruos. En España, para no desentonar con esa tan divertida «marca», parece que la historia la escriben los imbéciles (pregunten sino a cualquier filólogo de valenciano/íbero... y buena suerte con ello). Estados Unidos, por supuesto, no marca la excepción.

En la primera súper-potencia mundial, como no podía ser de ninguna otra manera, la (re)interpretación de la historia parece ser competencia exclusiva de aquellos guionistas que, año tras año, pretenden ahogar a la Academia en sus propias lágrimas con tal de hacerse con otro Óscar. Como si de una atracción de parque temático para toda la familia, o como si de una película de Hollywood con sobredosis de azúcar se tratase, el repaso oficial por los acontecimientos que han marcado el devenir de dicha nación a lo largo de sus poco más de doscientos años de vida, es un auténtico cuento de hadas. Los rayos de luz que emanan de los múltiples héroes (americanos de pura cepa todos ellos, faltaría más) desintegran cualquier amenaza de sombra que pudiera intuirse, componiéndose así un ininterrumpido y empalagoso canto a la bondad humana, cuya autoría podría reivindicar el mismísimo Frank Capra.

Pero hasta en las más emotivas obras de aquel genio (nacido en Italia, por cierto) había tiempo para reflexionar sobre cómo el aparentemente perfecto sistema (económico, político, social...) de «la tierra de las oportunidades» podía llegar a verse como una gigantesca construcción cuya estructura podía verse atacada, demasiado a menudo, por factores internos. El enemigo en casa, como suele decirse, etiqueta que no se ha dudado en adjudicar a historiadores como Howard Zinn, quienes, tengan razón o no en la defensa de sus tesis, aportan una más que bienvenida lectura alternativa a un relato cuya pureza (y esto es seguro) no debería tomarse jamás al pie de la letra.

En «La otra historia de los Estados Unidos», el mencionado Zinn demostraba que la historia completa de su amado país (desde la llegada de Cristóbal Colón al «Nuevo Mundo» hasta la bochornosa guerra de Afganistán) podía reconstruirse centrándose única y exclusivamente en la sangre vertida y en la violación de derechos sufrida por los olvidados. Indios, esclavos, homosexuales, obreros... todos ellos -y muchos más- conformaban un escalofriante mosaico donde ni los Padres Fundadores quedaban con cabeza (hasta se recuperaba un discurso público de un tal Senador Abraham Lincoln en el que se hacía una enfervorizada defensa de la supremacía blanca).

Siguiendo la estela de tan ilustres iconoclastas, el incombustible e híper-prolífico Oliver Stone vuelve a la carga, una vez más, con un documental cuyo título parece homenajear al libro antes citado. «The Untold Story of the United States» (en cristiano, «La historia no-contada de los Estados Unidos»), pretende ser la condensación definitiva de ese espíritu transgresor, suerte de guerrillera voz de la conciencia, al que se aduce en estas líneas.

La historia, a veces, también la escriben los vencidos. Un año después de ser homenajeado en el Zinemaldia, el autor de obras tan imprescindibles como «JFK: Caso abierto» o «Nixon» vuelve al mismo escenario. Un año después de reivindicar su -olvidado- lado más salvaje, el cineasta de Nueva York luce como una de las caras más notorias en el Zabaltegi de este año.

Su misión, pensando solo en términos de parrilla: abrir dicha sección... y acompañarnos a lo largo de todos los días del festival. Y es que «The Untold Story of the United States» no cabe en una sola sesión... ni en dos... ni seguramente en tres. La última y mastodóntica propuesta de Oliver Stone, hecha en colaboración con el prestigioso escritor e investigador Peter Kuznick, ha dado por resultado final casi doce horas, ni más ni menos, de metraje que, lejos del formato televisivo por el que originalmente fueron concebidas (todo auspiciado por la cadena Showtime que, dicho sea de paso, nunca desaprovecha la ocasión para reírse en la cara de cualquier tabú establecido), parece que la gran pantalla, qué cosas, se le ha quedado pequeña. 

Casi mejor. De este modo, los diez capítulos en los que se divide este polémico proyecto irán desfilando a lo largo de doce proyecciones y en tres salas diferentes (el Kursaal 2, el Trueba 2 y el Príncipe 2). Que cada uno elija pues (siempre y cuando el aforo lo permita... cuidado, ya hay sesiones que han colgado el cartel de «Agotado») el tema que más interés (o morbo, qué más da) le despierte: La Segunda Guerra Mundial; Roosevelt, Truman & Wallace; La bomba nuclear; La Guerra Fría; Los 50, Eisenhower y el Tercer Mundo; JFK; Johnson, Nixon & Vietnam; Reagan & Gorbachov; Bush, Clinton y el nuevo orden mundial; Bush, Obama y la era del terror... Ciertamente, un escaso siglo de historia (contada o no) pueden dar para mucho. Stone ha afilado los puñales y de momento ya ha conseguido que se rasguen las vestiduras los más acérrimos seguidores de «la versión clásica» de la historia, aquella que, con el permiso de la habitual intolerancia de los vencedores / monstruos / imbéciles, no puede evitar que las -vitales- segundas opiniones asomen, de vez en cuando, la cabeza... Que buena falta nos hace a todos.

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