El asalto de las fuerzas de seguridad egipcias al bastión islamista de Kerdasa, cerca de las pirámides de Guizeh, se saldó con la muerte del general de la Policía Nabil Farrah, jefe adjunto del cuerpo policial en la provincia de Guizeh. El Ministerio del Interior aseguró que la operación no acabaría hasta que Kerdasa quedara «limpia de todos los terroristas» .

La televisión estatal difundió imágenes de policías llevando a cabo registros y detenciones en la localidad, donde se impuso el toque de queda.

El Gobierno impuesto tras el golpe de Estado ha jurado «erradicar el terrorismo», que atribuye a los partidarios del derrocado presidente Mohamed Morsi y a la formación de los Hermanos Musulmanes.

A la vez que lleva adelante la campaña contra grupos islamistas armados, el Gobierno egipcio mantiene la campaña de represión hacia los partidarios de Morsi, que ha supuesto ya más de 2.000 detenidos entre los Hermanos Musulmanes, entre ellos la casi totalidad de sus dirigentes. Además, cientos de manifestantes murieron durante las protestas por el golpe.

Ataque a la comisaría

La operación de Kerdasa comenzó al amanecer, cuando la Policía y el Ejército asaltaron la localidad en la que islamistas, tanto seguidores de Morsi como de otros grupos, son muy activos. El pasado 14 de agosto murieron once policías en una comisaría justo antes del comienzo de la campaña represiva. Ayer al menos 65 personas fueron detenidas y el objetivo de las fuerzas de seguridad era detener a «140 personas buscadas» y encontrar a «los autores de la masacre» de la comisaría.

El pasado lunes el Ejército se hizo con el control de Delga, una ciudad de 120.000 habitantes que durante un mes ha estado en manos de los partidarios de Morsi. «Delga y Kerdasa figuran entre las consecuencias más nefastas del régimen de los Hermanos Musulmanes», afirmó un portavoz del Ministerio del Interior.

El aumento de la tensión de dejó notar ayer en El Cairo, donde el tráfico y el metro estuvieron interrumpidos durante una hora por una falsa alerta de bomba. El enviado de la UE a Egipto, Bernardino Leon, opinó que es «extremadamente difícil una reconciliación que estima «indispensable» en un proceso que incluya a todas las partes.