GARA > Idatzia > Iritzia> Kolaborazioak

Patxi Zabaleta Coordinador general de Aralar

Ponencia congelada

El PP y PSOE se ausentan; buscan la excusa del «suelo ético», que ni siquiera son capaces de definir. La verdadera razón es, sin embargo, otra, y consiste en que siguen la pauta marcada por el Gobierno del Estado

En el Parlamento de Nafarroa nunca se ha contado con una Comisión de Derechos Humanos por obstrucción del régimen establecido por UPN-PSN. En el Parlamento Vasco se fundó en la legislatura pasada por iniciativa de Aralar una ponencia de paz, que fracasó, debiéndose su fracaso precisamente a deficiencias éticas. Efectivamente, al amputarle a la iniciativa original la referencia al derecho humano de la igualdad proclamado en el lema «sin exclusiones», quedó sembrada la semilla de su fracaso. Se estableció la norma de excluir y se liquidó cualquier virtualidad de dicha ponencia.

La ponencia de esta legislatura fue concebida por algunos como continuación de la de la anterior legislatura y por ello nació muerta. El pretender legitimar la anterior es tratar de excluir, es decir, atentar contra la igualdad humana y por lo tanto, fracaso.

La paz siempre llega demasiado tarde. Resultan por ello dolorosamente difíciles de comprender las actitudes de algunos en pleno siglo XXI en defensa de la desigualdad de víctimas y violencias. El derecho humano y principio ético de la igualdad es tan fundamental que su inobservancia conlleva necesariamente la referencia de vencedores y vencidos. Es la obsoleta tragedia de caídos aparentemente ensalzados y ajusticiados y oprimidos olvidados y relegados.

Las actitudes ante una ponencia de paz de verdad no son iguales, ni lo han sido en este caso. El PP y PSOE se ausentan; buscan la excusa del «suelo ético», que ni siquiera son capaces de definir. La verdadera razón es, sin embargo, otra, y consiste en que siguen la pauta marcada por el Gobierno del Estado. EAJ-PNV ha optado por congelar la ponencia de paz, lo que constituye una actitud coherente con su historia de no arriesgarse por la paz; no se arriesgó en Txiberta en 1977, tal como queda evidenciado en las actas recientemente publicadas; tampoco arriesgó cuando las negociaciones de Argel en 1989, llegando incluso a convocar una manifestación en contra en tiempos de Ardanza; tampoco se arriesgó a firmar el Acuerdo de Gernika de 2011; es cierto que estuvo presente, quizá porque el rol era de oyente, en la conferencia de Aiete. Constituye una emblemática excepción la firma del acuerdo de Lizarra-Garazi en 1998, lo que supuso la asunción de un riesgo y trajo las obvias consecuencias a sus protagonistas. También fue una excepción -la primera- la precursora y frustrada mesa por la paz de Garaikoetxea, de allá por 1982.

El corrosivo ajuste de cuentas entre las dos sensibilidades de EAJ-PNV no debería cebarse ni trascender a un tema tan importante, en la que la mesa o una ponencia por la paz, tiene importancia emblemática.

Efectivamente, una ponencia de paz como es debido, es decir una ponencia «sin exclusiones», tendría el valor emblemático de poner foto a los cimientos de la convivencia. No debie- ra ser imposible en Hegoalde dar la misma imagen de buscar la paz, que la que han dado análogas fuerzas políticas de Iparralde. No es una solución de problemas concretos, como se pone en evidencia con solo mirar a Iparralde, pero es un intento de buscar los denominadores comunes de la convivencia y por eso es importante. En Nafarroa el objetivo y pretensión fundamental de UPN no es otro que el de evitar como sea esa imagen.

La paz se está haciendo y creo con firmeza que se acabará de hacer. La firme seguridad en esta convicción nos la dan dos hechos; por un lado, la actitud protagonista de la sociedad, que la está impulsando y exigiendo; por otro lado, las firmes e innovadoras bases ideológicas del Acuerdo de Gernika, que constituye la hoja de ruta de la paz en Euskal Herria. A pesar de quienes tratan de obstruir el proceso y al margen de quienes no han asumido riesgos serios por la paz, el digno y reparador empeño de la paz sigue cumpliéndose y se cumplirá.

Las veras del camino por la paz están jalonadas de las consecuencias dolorosas del recorrido. Son las víctimas -todas y de todas las violencias por igual- la prueba irrefutable de que la paz siempre llega demasiado tarde. «¿Por qué no habría llegado antes la tregua?» -se me lamentaba una vez Reyes, la viuda de un asesinado. «Quizá no estaría en la cárcel, si hubiese actuado de otra manera» -vino a declarar recientemente Jesús Eguiguren, refiriéndose a Arnaldo Otegi, que fue uno de los protagonistas en Lizarra-Garazi, en Anoeta, en Loiola... Quienes han asumido riesgos por la paz, igual que las demás víctimas, solamente pueden ser reparadas con la paz.

Las recientes recomendaciones del Foro Social, el grupo internacional de intermediación, la situación de los presos y presas, la necesidad de reparación a las víctimas de todas las violencias, etc. ponen en evidencia la urgencia de este tema. Justamente lo contrario de cualquier congelación.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo