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Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com

Falsos soles

El parhelio se forma ante nuestros ojos cuando la luz solar se refracta sobre los cristales
de hielo de ciertas nubes, desviándose hacia otro lugar. Son también conocidos como falsos soles o como perros de sol

Mirar al cielo, de día o de noche, y encontrarse al sol o a la luna (cuando envía la luz suficiente) cubiertos o semicubiertos por determinados tipos de nubes, puede ofrecernos un espectáculo consistente en pequeños trozos de atmósfera teñida de diferentes colores.

Un ejercicio que se recomienda hacer con unas buenas gafas de protección o, en su defecto, tapando (sobre todo al sol) con una mano, o «escondiéndolo» tras una edificación o la copa de un árbol, para ver mejor el efecto óptico y para evitar que nuestros ojos puedan terminar dañados.

Algunas veces son bandas irregulares de tonos pastel, con predominio de verdes y rosas, generalmente próximas al sol, que aparecen entremezcladas con las nubes o paralelas a sus propios contornos. Un regalo para la vista que se conoce como irisaciones o, también, como iridiscencias.

En otras ocasiones podemos ver a uno o a ambos lados del sol lo que parece un reflejo del mismo. Se trata de unos «puntos» que pueden ser blanquecinos o, también, coloreados (rojo, amarillo, azul), a veces alargados, a la misma altura que el astro o un poco más elevados (si el sol también está alto). Un fenómeno llamado parhelio.

El parhelio, del griego para-helio (semejante al sol), se forma ante nuestros ojos cuando la luz solar se refracta (cambia de dirección) sobre los cristales de hielo de ciertas nubes (cirros, cirrostratos), desviándose hacia otro lugar. Son también conocidos como falsos soles o como perros de sol.

Podríamos llegar a confundirlos con iridiscencias o, incluso, con trocitos de arco iris. La forma de saber que se trata seguro de un parhelio es que se tiene que ver el sol, que los «reflejos» se colocan a sus lados y que pueden estar insertos en un anillo que rodea al astro (un halo).

Sabiendo cómo son y cómo se forman los parhelios se descubre que verlos es mucho más habitual de lo que pensamos. Hay que «buscarlos» en situaciones de buen tiempo, con el sol rodeado de algún cirro (nubes blancas y deshilachadas) o, en situaciones de cambio, con el sol semioculto tras un velo de cirrostratos.

 

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