Papa Dupau (guitarra, voces, kalimba, trompeta, mandolina, percusión) y Spazzfrica Ehd (batería, teclado, clarinete, caja de ritmos, voces) forman esta banda inclasificable musicalmente. En marcha desde el 2005, Za! es una coctelera musical donde caben el noise, free jazz, math rock, afro-funk, drone o el world music. Y nos quedamos cortos.

Za! actualmente son dos encima del escenario, pero el arsenal de instrumentos que utilizan en directo (o en el estudio) dan para una gran orquesta: a una base de guitarra y batería, se les unen trompeta, clarinete, kalimba, teclados, o caja de ritmos... con un resultado increíble, atractivo y sobre todo, interesante. Za! es una banda inusual en todos los sentidos. Qué se puede esperar sino, de una banda que titula sus álbumes «Eki Eki Eki Kazaam!», «Macumba o Muerte», «Megaflow» o este su último trabajo de estudio, «Wanananai». Habrá buena opción de verlos y sentirlos en esta pequeña gira por Euskal Herria.

Después de mucho tiempo, regresan a Euskal Herria, y con un nuevo disco bajo el brazo.

Sí, estamos muy contentos de volver a hacer una «Euskalgira». Hace bastantes años que no tocamos por aquí... ¡Demasiados! Guardamos unos recuerdos muy míticos de esas giras, hicimos muchos colegas y muchas risas que aún duran. Es un lujo poder venir a presentar el «Wanananai». Tal y como diría Xuxa, «es la hora, es la hora, es la hora de jugar».

La mayoría de los conciertos de esta gira los realizan en garitos pequeños, pero también tocan en salas como Gazteszena, con un aforo mayor. ¿Cambia la estrategia según el local del concierto?

Cambia mucho, en estructura y en espíritu. En uno grande la cosa suele estar más cerrada; en uno con el público a un palmo todo es más fresco y variable. Eso sí, es más difícil convencer a veinte personas en un garito de 20 metros cuadrados que a 10.000 en un pabellón de 10.000 millones de watios.

En Gernika actúan dentro del «Kafea eta galletak». ¿Conocen la iniciativa?

Sí, y ¡nos encanta la idea! Un poco de café y galletas contra las malas costumbres que nos han traído Spotify, Youtube, el zapping y Vídeos de Primera. También apoyamos el flow que se llevan y la iniciativa del libro de escritos de música. Se lo montan guay, suena a grandes veladas.

Siempre han tenido un público aquí interesado en su propuesta. Incluso, Mursego les dedicó una canción.

Mursego es una fuente de híper poder. Nos flipó que nos dedicase la canción, conociéndonos poco, y luego nos hemos hecho buenos amigos y hemos compartido canciones, comidas y audiciones pre-parto. De hecho, Maite y su pareja nos han ayudado a montar esta gira. ¡Son unos jefes!

Los discos de Za! siempre son sorprendentes, pero los directos son el mejor sitio de conocer a la banda.

Debemos llevar más de 400 conciertos; en cambio grabaciones de disco, cuatro... Como en el fútbol actual, las estadísticas sentencian. Pero mucho cuidado, solo son números. Los discos para nosotros son como cocinar para tus seres queridos en un día especial: quieres que todo esté bueno y pasar un buen rato. En cambio, los conciertos son como aquellos días de verano con los amiguetes en la piscina, jugando y haciendo el capullo hasta descojonarse.

Su propuesta tiene mucho de caótico, pero se ve trabajo en cada tema. ¿Cuánto tiene de improvisación? ¿Las canciones dan margen, o no tanto como puede parecer?

En muchos temas hay improvisación, pero menos de lo que parece. Improvisamos mucho con los volúmenes, las entradas y algunas melodías, pero poco con las estructuras. Hay canciones como «Tueste Natural», donde la estructura es tan simple que podemos improvisar todo el rato. Otras como «Calentito #1», «Calentito#2», «Súbeme la Monitor» y «Gran Muralla China» tienen sus partes de improvisación. «Gacela Verde», en cambio, tiene cero improvisación. Creo que tampoco lo decidimos nosotros, me parece que lo decide el duendecillo azul de la tienda de capas de Tuno.

Se supone que al disco llegan temas que han pasado el filtro del local de ensayo. ¿Quedan muchas cosas en el tintero?

En «Wanananai», hemos hecho un back up de todo lo que nos pasaba por la cabeza en otoño del 2012. Quedaron pocas cosas en el tintero. Estuvimos tres semanas de ensayos en las que teníamos 2/3 canciones cerradas y una idea aproximada. El resto fue durante dos semanas que íbamos a grabar por las tardes. ¿Filtros? Sí, uno muy potente, un filtro mental muy fuerte, lo que ocurre es que filtra tanto como un hulahoop por eso «Mobutu», de tener 10 minutos, llegó a durar 30 en los directos.