Raimundo Fitero
Asunto
El asunto Asunta, asusta. ¿Qué extraña voz interior me lleva a escribir estas líneas sobre el caso de la niña encontrada muerta con signos de violencia? Una abogada, un periodista, una familia estructurada y muy conocida en Santiago de Compostela, una niña china adoptada, muy integrada, que parece tiene un coeficiente intelectual relevante y todo acaba trágicamente, en un homicidio o asesinato, cosa que se dilucidará en sede judicial.
Mientras tanto lo que tenemos es una fotografía del horror, de la violencia doméstica, en su versión más sorpresiva. No hay antecedentes, ni signos de advertencia, una separación matrimonial pero civilizada, una clase media provinciana, casi en su parte superior, en la que anidaba las mismas bajas pasiones. La reacción de las televisiones, las radios, sus tertulianos, es de una prudencia sacramental. Nadie se atreve a decir una palabra de más porque tiene enfrente a personas que podrían ser ellos mismos. Hay que andarse con mucho cuidado por los efectos de reverberación de las acusaciones.
El proceso en marcha, las filtraciones, la rumorología, pero en el fondo una especie de incredulidad o de deseo de que todo sea una confesión y se descubra la existencia de una mano externa, fuera de ese núcleo familiar, que ha sido la que provocado la muerte. Porque hay cosas de esas que se deben decir a media voz. Una niña adoptada, por lo tanto se abre una incógnita sobre la gravedad del delito de sangre, es decir un agravante social, pero para la mitología, un atenuante. Los padres fomentaron una asociación para la adopción. Y ellos, precisamente parecen ser los que han truncado la vida de su hija adoptiva, de una niña de doce años que hablaba cuatro idiomas.
El asunto, asusta, porque otra vez nos recuerdan los hechos que todos somos capaces de hacer cualquier cosa que hace otro ser humano: las buenas y las malas. Esta lección sacada de este caso solivianta. ¿Dinero, celos, despecho? Otro caso para llenar horas de televisión. Hasta la fecha, insisto, están comedidos. Saldrán pronto los cuervos a hacer escarcha morbosa soltando rumores amoldados para crear un soporte argumental y lograr las mejores audiencias.