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Crónica | Hugh Jackman, de la bicicleta al escenario

Un premio Donostia con garra en «el festival de los Jackman-Furness»

Hugh Jackman dice que se ha enamorado de Donostia. Y la capital guipuzcoana se ha enamorado de él, de su simpatía, de su humildad. Ayer al atardecer recibió el premio Donostia en un festival que el actor australiano ya ha bautizado como «el de los Jackman-Furness».

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Nagore BELASTEGI

Hugh Jackman, para la mayoría más conocido como Lobezno, recibió el segundo premio Donostia de esta edición del festival a las 18:30, en un horario poco habitual para este tipo de galas. Sin borrar ni un segundo la sonrisa de su cara tomó la farola plateada de la mano del actor mexicano y miembro del jurado oficial Diego Luna. Este subrayó las facultades interpretativas del premiado mencionando su extensa carrera como actor de teatro: «Dicen que el cine es tramposo, pero el teatro desnuda al actor. Hugh Jackman entiende el riesgo como una herramienta esencial del interprete», dijo.

Un sonoro aplauso dio la bienvenida al protagonista del día y, antes de que el auditorio quedara en silencio, Jackman se atrevió con un perfectamente pronunciado «arratsalde on» y explicó hasta qué punto es importante para él el galardón. «Dicen que ver Donostia implica enamorarse, así que tendré que decirle a mi mujer que tengo una amante», afirmó. Ella, Deborra-Lee Furness, es también actriz y recibió la Concha de Plata a mejor actriz en 1991 por su interpretación en «Waiting»: «Desde entonces he estado escuchando cosas sobre la comida y la belleza de esta ciudad», explicó el actor australiano. Asimismo, bromeó con que a partir de ahora en su familia se hablará de Zinemaldia como «el festival de los Jackman-Furness».

No quiso despedir al publico sin antes agradecer a José Luis Rebordinos el premio y sin echar la vista atrás en su carrera. «Al mirar las imágenes de todas esas estrellas que han recibido este premio y las de las películas en las que he participado me siento muy humilde». A su vez, indicó que «si tus compañeros de bailen son buenos no podrás bailar bien» reconociendo así el trabajo de quienes le han acompañado en su carrera, entre ellos a la productora Kira Davis y al director Denis Villeneuve, artífices de su último estreno, «Prisoners», filme que está presentando en una gira europea en la que ha incluido Donostia tras Berlín y París.

Como un turista más

Horas antes de vestirse de estrella y subir al escenario del Kursaal entre aplausos, Hugh Jackman derrochó simpatía y cercanía. Tal y como el propio actor contó, aprovechó la mañana para visitar la ciudad. Madrugador, comentó en el hotel su intención de ir a dar una vuelta en bici (parece que le gustan mucho estos paseos en bici, porque también lo hizo por París), pero le aconsejaron que no lo hiciera, que iba a haber mucha gente.

No les hizo caso y se levantó a las 8.30. «No había nadie. Denis y yo hemos ido a la playa, me he dado un baño y he andado en bici. También hemos ido a la universidad y había un grupo de jóvenes fumando que me miraban como `¿quién es ese?', así que mi conclusión es: si quieres estar tranquilo levántate pronto». Sería interesante ver a esos jóvenes universitarios comentando el gran parecido de aquel «guiri» con Lobezno y preguntándose si es posible que una estrella de ese calibre se pasee por Donostia tan tranquilo.

Durante la sesión de fotos posterior al pase de la película se mostró igual de natural. Aunque por falta de tiempo no pudo acercarse mucho a los fans, se aseguró de que pudieran captar una buena foto de él, tanto que saludó hasta a la gente que estaba en la playa mirando sin saber muy bien a quién estaban viendo. Un gran grito colectivo (más de deseo que de preocupación) se oyó cuando hizo el amago de tirarse sobre el público.

Con este papel de padre desesperado por encontrar a su hija Jackman deja claro definitivamente que puede ser mucho más que un héroe de cómic con garras. Sin embargo, el australiano es consciente de que si está donde está es gracias a ese papel que sigue interpretando después de diez años. «Es obvio que llegará el día en que tenga que dejar de ser Lobezno, pero no sé cuando será. ¿Quién podría ser mi sucesor? Tal vez Jake Gyllenhaal -su compañero de reparto en «Prisoners»- o ese tipo de ahí abajo, tiene las mismas patillas», bromeó señalando a uno de los periodistas presentes durante la rueda de prensa posterior a la proyección del filme. Aun así valora positivamente interpretaciones más intensas como la que acaba de realizar. «La vida no es fácil para Keller, cada día sigue adelante. Aunque está llena de suspense, es una historia muy conmovedora que te rompe el corazón. Yo soy un tipo muy aburrido, muy normalizo, así que me gustan los personajes intensos», explicó el actor.

Un film «intenso»

«Prisoners» es la segunda película de Denis Villeneuve que podemos ver en Zinemaldia este año. «Enemy», cuyo actor principal es el propio Gyllenhaal, compite por la Concha de Oro en la Sección Oficial. Al igual que en esa película, mucho menos comercial aunque más personal que la protagonizada por Jackman, el director canadiense les ha dado libertad para explorar dentro de los límites del guión. Según afirmó Jackman, una de las mejores cosas del rodaje fue el trabajo de investigación que hizo sobre las víctimas de secuestros. «Conocer esos hechos me ha hecho plantearme cómo soy yo y cómo quiero actuar con mis hijos. No quiero que tengan miedo; quiero que salgan a la calle y disfruten igual que lo hice yo». Exactamente de esos miedos nos habla «Prisoners». En palabras del director, «el cine es una herramienta para explorar los temores ocultos. No puedo imaginarme en una situación tan terrible como el secuestro de un hijo. Existen temores colectivos que suprimimos, así que es una catarsis ver esos temores interpretados de esta manera».

Resumiendo el argumento de la película sin destripar los giros en el guión, podemos decir que «Prisoners» es una historia sobre la desesperación de unos padres en la búsqueda de sus hijas secuestradas. La falta de pruebas hace que liberen al principal sospechoso, por lo que Keller (Jackman) decide ocuparse del asunto. El resultado es un thriller que mantiene en tensión hasta el final y que nos obliga a apretar los dientes en más de una escena por su crudeza. «Hace unos años recibí el guión y, como madre que soy, decidí que no quería hacer algo tan intenso. Pero estaba tan bien escrito...», manifestó la productora Kira Davis. Al director le pasó lo mismo: «No quería hacer algo tan oscuro otra vez, pero el guión era muy potente y me enamoré, tenía todos los elementos para una buena película». Jackman, por su parte, se sintió atraído por el argumento pero no aceptó hasta que supo que Villedeuve estaba al mando. «Sabía que era un director con sensibilidad y que iba a hacer una película entretenida», apuntó.

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