crisis siria
EEUU y Rusia llevan su acuerdo sobre Siria al Consejo de Seguridad
Washington y Moscú han consensuado una resolución para acabar con el bloqueo en el Consejo de Seguridad y poner en marcha el proceso de desarme químico del Gobierno de Damasco. El acuerdo, que advierte a este último con consecuencias en caso de incumplimiento aunque no las concreta, supone la antesala de un intento conjunto de EEUU y Rusia de buscar una transición ordenada para poner fin a una guerra que sigue. Con resolución química o sin ella.
GARA | NUEVA YORK
Tras semanas de negociaciones, Rusia y EEUU alcanzaron a última hora del jueves un compromiso en torno a una resolución sobre la destrucción del arsenal químico sirio. El texto fue presentado para su aprobación por el Consejo de Seguridad en un voto que se preveía para la tarde de ayer en Nueva York (madrugada en Euskal Herria).
Esta resolución, cuyo aprobación se daba por descontado, constituye un éxito diplomático mayor. Más si tenemos en cuenta que el mundo parecía abocado hace escasas semanas a una nueva intervención militar occidental en Oriente Medio.
Y es que desde el estallido de la crisis siria, en marzo de 2011, el Consejo de Seguridad ha sido incapaz de alcanzar acuerdos, y Moscú y Pekín han utilizado hasta tres veces su potestad de veto en esta instancia.
«Se trata de un avance muy significativo con un Consejo que actúa de forma unida para imponer obligaciones legales y vinculantes a Siria por primera vez», se felicitó Samantha Power, embajadora de EEUU ante la ONU.
La redacción del proyecto de resolución es lo suficientemente abierta y matizada para permitir que rusos y estadounidenses salven la cara. De un lado, prevé la posibilidad de sanciones contra el Gobierno de al-Assad si no cumpliera su compromiso para entregar todos sus arsenales químicos. El texto incluye de ese modo la posibilidad de «imponer medidas» bajo el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, capítulo que contempla el uso de la fuerza ante eventuales incumplimientos.
Una segunda resolución
No obstante, y no es un tema menor, el texto no precisa cuáles serían esas medidas ni menciona sanciones automáticas. Así, en caso de violación de los compromisos de Damasco, sería necesaria una segunda resolución, lo que otorga de facto a Rusia, uno de los principales sostenes de al-Assad, la posibilidad de que discrepe sobre el grado de cumplimiento por Damasco de la resolución y vuelva a ejercer su bloqueo.
Asimismo, la resolución se refiere al uso de armas químicas de forma genérica, y sin apuntar en exclusiva al régimen, tal y como venía exigiendo Moscú.
«Ninguna parte en Siria debe usar, desarrollar, producir, adquirir, almacenar, retener o transferir armas químicas», señala el borrador del texto. En la misma línea, la resolución condena «cualquier uso de armas químicas en Siria, en particular el ataque llevado a cabo el pasado 21 de agosto» en Ghuta, suburbio oriental de Damasco.
El Kremlin ha exigido para levantar su bloqueo en el Consejo de Seguridad que la resolución no prejuzgue la autoría del citado ataque, que Rusia insiste en imputar a los rebeldes armados.
Pese a ello, tanto Gran Bretaña como el Estado francés, principales aliados de EEUU en este dossier, mostraron su satisfacción por el acuerdo. «Espero que este mensaje será entendido y comprendido en Damasco», señaló Mark Lyall Grant, embajador británico ante la ONU.
El jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, coincidió en que el texto «marca un paso adelante (...) y asume las exigencias» formuladas por París.
Tras un encuentro con el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, el ministro de Exteriores chino, Wang Chi, saludó el proyecto de resolución y coincidió en la necesidad de que el desarme químico se dé con rapidez y en que debe ser «vinculante» para Damasco.
En entrevista a la cadena latinoamericana TeleSur, el presidente al-Assad insistió en que no pondrá obstáculos al desmantelamiento de su arsenal químico, y añadió que su país «se considera comprometido por todas las convenciones» que firma, como el caso de la Convención contra las Armas Químicas, que rubricó en el marco del acuerdo inicial anunciado por Washington y Moscú para conjurar las amenazas de una intervención militar y de un eventual choque de trenes en el escenario sirio.
Armamento obsoleto
Un informe confidencial ruso-estadounidense, citado en su edición del jueves por el diario «The Washington Post», asegura que el arsenal químico sirio está en su mayor parte «inutilizable» y podría ser destruido con mayor rapidez de la prevista, concretamente en nueve meses, y no el año largo que se calculó.
Además, la forma en la que está almacenado minimiza los riesgos de que sea ocultado o incluso requisado por grupos armados rebeldes.
Así las cosas, la cuestión de las armas químicas, que se presentó hace semanas como un casus belli para EEUU y sus aliados, parece desinflarse con la misma velocidad con la que se activó.
Y todo apunta a que el objetivo común de Washington y Moscú pasa por utilizar la palanca de esta crisis diplomática para facilitar una transición política siguiendo el modelo de anteriores, como en Yemen.
No es casual que la resolución muestre su «pleno apoyo» a la Declaración de Ginebra, adoptada en junio de 2012, que contempla la creación de un gobierno de unidad nacional del que no forme parte ninguna persona que pueda obstaculizar la transición política en Siria».
La resolución insta «a celebrar cuanto antes la segunda conferencia de Ginebra», acordada en mayo por EEUU y Rusia, y que se ha ido retrasando, subrayando que «debe ser representativa de todo el pueblo sirio para conseguir la estabilidad y reconciliación nacional».
El presidente de EEUU, Barack Obama, afirmó que este borrador es «una victoria» para la comunidad internacional.
Los expertos en armamento químico comenzarán a inspeccionar el arsenal de Siria a partir del próximo martes, según el borrador del acuerdo alcanzado entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Los inspectores de armas químicas de la ONU en Siria van a investigar tres incidentes en torno a Damasco después del ataque con este tipo de armamento el pasado 21 de agosto en la zona de Ghuta, según anunciaron en un comunicado.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU condenó las violaciones de las libertades fundamentales en Siria, perpetradas por el régimen y/o los rebeldes. Venezuela, que solicitó la votación, votó en contra del texto patrocinado por EEUU.
Decenas de personas murieron ayer y cerca de un centenar resultaron heridas por la explosión de un coche bomba cerca de una mezquita en la localidad de Rankus, actualmente bajo control rebelde y situada a 30 kilómetros al norte de Damasco.
El número de víctimas mortales oscilaba entre los treinta y los sesenta, dependiendo de las fuentes, que coincidieron en destacar la gravedad del atentado, llevado a cabo en una zona muy concurrida. La explosión se registró cerca de la mezquita Jaled bin Walid en el momento en el que los fieles salían del templo al término del rezo musulmán del mediodía del viernes.
El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, cifró los fallecidos en una treintena, entre los que dijo que había civiles y combatientes rebeldes. la activista de la opositora red Sham en la periferia de Damasco Iman al Huda elevó los muertos a sesenta, un número similar al ofrecido por otros grupos como la Comisión General de la Revolución Siria.
Al Huda señaló que algunos de los cadáveres quedaron calcinados y que la explosión causó un centenar de heridos.
La Comisión General de la Revolución Siria indicó, además, que las tropas del Ejército regular sirio dispararon contra Rankus durante los funerales por algunos de los fallecidos por la explosión, causando al menos otro muerto. Ello forzó a que los militantes opositores instaran a la población a no salir a la calle ni a acercarse al lugar del atentado o a los entierros.
Por el momento, los medios oficiales no han difundido ninguna información sobre este atentado, uno de los más graves desde el inicio del conflicto en marzo de 2011. Esos mismos medios se prodigan en divulgar atentados similares, sobre todo en Damasco, cuando el objetivo es el propio régimen sirio.
Las organizaciones opositoras y rebeldes denunciaron asimismo fuertes bombardeos de la aviación del Gobierno del presidente, Bashar a-Assad, contra la aldea de Al Hader, en el sur de la provincia septentrional de Alepo (norte). El Observatorio y la Comisión informaron de la muerte de once personas, entre ellos una mujer y un niño, de decenas de heridos y de importantes destrozos en viviendas.
Tras un mes de relativa calma, el Ejército regular sirio reanudó el jueves los bombardeos sobre los barrios rebeldes del casco viejo de la ciudad de Homs (centro), asediados desde hace más de un año.
En Raqa (norte), yihadistas del Estado Islámico de Irak y del Levante (sección de Al Qaeda), quemaron estatuas y cruces de dos iglesias, según denunció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Muchos lugares de culto cristiano y musulmán han sido atacados desde que la revuelta siria adquirió tintes sectarios tanto de la mano del Gobierno y sus fieles como de sectores rebeldes armados,
La ONU denunció que la situación sanitaria se agrava cada hora que pasa en Siria, con la destrucción de hospitales y la falta de médicos y medicamentos.
Los rebeldes denunciaron que 1.7 millones de habitantes, la mitad menores, siguen sitiados por el Ejército regular en Ghuta, periferia de Damasco. GARA
El jefe de la oposición siria en el exilio, Ahmad Jarba, acusó a los yihadistas extranjeros y al régimen de Damasco de retroalimentarse mutuamente para «robar la revolución». No se olvidó de apuntar a la responsabilidad internacional por su inacción.