«Asesinados por defender la democracia». Estas cinco palabras, grabadas en una placa conmemorativa ubicada en la escalinata de la casa consistorial de Lizarra, describen cómo murieron el inspector Clemente Ros, el alguacil Federico Leza y Fortunato Agirre, alcalde de la ciudad del Ega desde 1933 hasta 1936, año en el que fue ejecutado por las tropas fascistas en el cementerio de Tajonar. Un trágico final, el mismo que padecieron otros 35 vecinos, al que sucedieron 77 años de silencio institucional.

Este olvido, impuesto por la dictadura, decretado por la transición y prolongado durante las últimas tres décadas, tocó ayer a su fin gracias al trabajo realizado por Ricardo Gómez de Segura, concejal de NaBai y militante del PNV, que ha logrado recuperar la memoria del primer edil jeltzale y de los dos funcionarios. «La vieja idea de poner una placa a los trabajadores municipales que fueron asesinados maduró a raíz de la entrega del premio Manuel de Irujo, que le dimos a título póstumo el pasado mes de junio», explicó antes de dar comienzo al homenaje y al posterior descubrimiento de la placa conmemorativa.

Dicho acto, que comenzó a las doce del mediodía, congregó a centenares de vecinos frente a la casa consistorial. Ancianos y jóvenes que se agolparon junto a la puerta del ayuntamiento para presenciar la ceremonia, mientras los familiares recibían el saludo de los integrantes de la Corporación, entre quienes se echó en falta a la única representante del PP, María Unzué. En el interior también se dejaron ver el presidente del Napar Buru Batzar del PNV, Manu Ayerdi, y la portavoz de EH Bildu en la Cámara de Gasteiz, Laura Mintegi, natural de Lizarra.

Tras un aurresku, Gómez de Segura cedió la palabra a los familiares de los tres homenajeados. José Miguel Agirre, hijo de Fortunato, agradeció el esfuerzo realizado por los corporativos municipales y recordó que hoy, festividad de San Miguel, se cumplen 77 años de la muerte de su padre, apresado por un grupo de falangistas el 18 de julio de 1936, el mismo día que los fascistas se sublevaron contra el Gobierno de la Segunda República española. «Actos como este ayudan a cerrar y a curar las heridas», destacó ante los presentes.

Gregorio Armañanzas, nieto de Clemente Ros, remarcó los años de silencio y miedo al que han sido sometidas las familias de los represaliados por las tropas fascistas. Un dolor agudizado durante décadas por las autoridades franquistas, que, tras matar al inspector jefe de Lizarra, obligaron a su esposa a firmar un documento en el que aseguraba que su marido había abandonado su cargo antes de ser ejecutado.

Juan Arbizu y su hijo, familiares de Federico Loza, destacaron que, con la colocación de la placa, el Ayuntamiento ha cerrado una deuda pendiente desde hace más de 75 años. Ayer, tal como advirtieron los descendientes del alguacil, las autoridades municipales saldaron su deuda con tres personas que «prefirieron morir de pie que vivir siempre arrodilladas». Cabe señalar que la hija de Loza, Mercedes, todavía conserva la placa de alguacil de su padre. El único recuerdo que le queda, ya que el cuerpo permanece desaparecido en alguna cuneta o en alguna sima de nuestro país.

«Ese es el camino»

Por su parte, la alcaldesa, Begoña Ganuza (UPN), recordó a los fallecidos y puso en valor el trabajo realizado por Gómez de Segura. Estas palabras dieron paso al descubrimiento de la placa conmemorativa. Un acto emotivo que concluyó con un pequeño almuerzo en la sala de comisiones del consistorio, donde se dieron cita cargos institucionales y representantes de EH Bildu, PNV, UPN, PSN e IUN.

Laura Mintegi, que apostó por mirar al pasado para construir la paz en Euskal Herria, destacó la presencia de los principales partidos políticos de Nafarroa. «No hay ningún mérito en juntarse entre iguales, lo difícil realmente es juntarse con las personas que piensan diferente, y aquí lo hemos conseguido y ese es el camino», concluyó la parlamentaria soberanista.