El desierto cultural acaba en los Pirineos, por suerte para quienes viven al otro lado de la muga. Si las comparaciones en materia de ayudas entre el Estado francés y el español siempre han sido odiosas, en la actualidad ya son humillantes. La política de proteccionismo cultural tachada de chauvinista en Madrid sigue dando sus frutos en el mercado cinematográfico francófono, mientras que en el castellanoparlante la ruina es total gracias a la política bárbara del «ahí te las compongas».

En el norte civilizado han bajado el IVA cultural al 5%, al contrario que en el sur salvaje, donde lo subieron al 21%. Como resultado de todo ello el balance no podría ser más contundente: el presupuesto para el cine en el Estado español es 23 veces inferior al del Estado francés.

Al oír tan mareantes cifras me entra vértigo, y eso que los comentaristas de cine nos encontramos en la parte más aleatoria del sector, porque de estar dentro del negocio ya me había tirado de un puente. Y, por si no bastara con el chupasangres de Wert, también Montoro se atreve a meterse con el cine, empeñado en una siniestra cruzada para cerrar todas las salas.

En un programa televisivo buscaron a voces conocidas de la farándula para que entraran por vía telefónica a opinar sobre ese último discurso oficial, y solamente el actor Alberto San Juan quiso dar la cara. No digo que haya que quemarse a lo bonzo, o jugarse la próxima posible contratación, pero la profesión se encuentra muy desunida ante la situación más grave por la que ha atravesado desde los tiempos del franquismo. Si no reaccionan pronto, se los van a comer crudos.