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CRíTICA: «The Bling Ring»

La banda adolescente que asaltaba casas de famosos

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Mikel INSAUSTI

El Bien y el Mal se han convertido en meros objetos de consumo en una sociedad en la que todo se vende y se compra, dejando los valores morales a espensas del mercado de la oferta y la demanda. En la era de Internet la educación en la familia o en la escuela tampoco sirven de mucho, y los menores funcionan según sus propios códigos, interesados únicamente por aquello que les atrae tanto en los escaparates virtuales como en los de las tiendas. El personaje de la conocida actriz Leslie Mann, que hace las veces de tutora de tres de las chicas integrantes de la banda adolescente que asalta casas de famosos, les intenta en vano inculcar los principios de la autoayuda basados en «El Secreto», best-seller de Rhonda Byrne acerca de la influencia del pensamiento positivo en la vida real.

En este tipo de apreciaciones Sofía Coppola viene a coincidir con Harmony Korine, quien en su genial «Spring Breakers» mostraba como una de las chicas de vacaciones delictivas en Florida no conseguía que su formación cristiana sirviera de guía a sus amigas para retomar el buen camino. Desde el punto de vista de la religión, con la Biblia en la mano, se nos dice que las nuevas generaciones prefieren adorar al Becerro de Oro. Una condena ética que a Korine le servía de clara provocación, pero que a la hija de Francis Ford Coppola le funciona como irónico elemento distanciador.

Nada más explícito al respecto que el largo plano-secuencia tomado desde el exterior de una de las mansiones, que al ser acristalada permite observar cómo los asaltantes circulan por el interior, entrando y saliendo de las habitaciones con absoluta tranquilidad, ya que se comportan al modo de unos invitados y no de unos ladrones. No necesitan utilizar la violencia, porque ese es su mundo, y no quieren otra cosa que compartir el lujo y la fama con sus ídolos, y de ahí que se cuelen en sus fiestas o en su privacidad doméstica. Desean poseer lo que ven anunciado en las revistas de moda, y si no se lo pueden costear, van y lo cogen. Han ido tantas veces a la residencia de Paris Hilton, que llegan a sentirse integrados en su círculo de relaciones.

 

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