NOBEL DE LITERATURA para la canadiense Alice munro
El ama de casa que hace estallar los secretos escondidos bajo el hule
«¡Todo el mundo me está llamando para escribir sobre Alice! (Alice sal de detrás del cobertizo y coge el teléfono)», bromeó en Twitter la también escritora Margaret Atwood. La anécdota sobre la Academia sueca intentando informar infructuosamente a Alice Munro de que había ganado el Nobel de Literatura da una idea sobre la personalidad de esta autora de cuentos que sacan a la luz lo que esconde el ser humano.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
Hace muchos años que el nombre de Alice Munro (Wingham, Ontario, 1931) aparecía en las quinielas del Nobel de Literatura, pero ayer los vaticinios se cumplieron -se hablaba de que sería una mujer-, aunque se rompieron también algunas estadísticas: ha sido la primera vez en 112 años que la Academia sueca recompensa a un autor que no escribe novelas -Munro solo ejerce el género del cuento-, es la primera canadiense en recibirlo y también una de las veces en las que el premiado se ha hecho más de rogar. Poco amante de las entrevistas, esta mujer educada para pensar que lo peor que podía hacer en su vida era llamar la atención hizo que la Academia sueca colgara en su cuenta de Twitter que todavía no había podido comunicarse con ella porque no cogía el teléfono -«estamos tratando de hablar con Alice Munro para nuestra tradicional entrevista por teléfono. Todavía (sale) el contestador automático»-. Estaba durmiendo y tuvo que despertarla su hija.
A esta autora, considerada una de las mejores escritoras en lengua inglesa contemporánea, el galardón no le va a hacer cambiar de opinión a sus 82 años. El pasado mes de junio anunciaba que tenía cáncer, sin dar más detalles -su marido también murió hace muchos meses-, y su jubilación de las letras. Ayer, en declaraciones a la cadena de televisión canadiense CBS, ratificaba su decisión de no volver a escribir y dijo que el galardón siempre había sido para ella «uno de esos castillos en el aire que pueden suceder, pero probablemente no sucedan».
Cuentos en la siesta
«Alice Munro nació como Alice Laidlaw en 1931, lo que significa que era un bebé durante la Depresión -escribía en `The Guardian' su gran amiga Margaret Atwood, otra escritora que siempre aparece en las quinielas del Nobel-. Tenía 8 años en 1939, el año en Canadá entró en la segunda Guerra Mundial, y asistió a la universidad -la Universidad de Ontario Occidental- en los años de posguerra. Tenía 25 años y era una joven madre cuando Elvis Presley tuvo su primer éxito, y 38 durante la revolución hippie y el auge del feminismo en 1968-1969, cuando se publicó su primer libro. En 1981 tenía 50 años. Sus historias se desarrollan sobre todo en estos años -de la década de los 30 a los de los 80-, o incluso antes de eso, en el tiempo de la memoria ancestral».
Su biografía personal se completa con algunos otros detalles y lugares: Ontario, el entorno rural donde nació y situó su obra; Victoria, donde se trasladó con su primer marido, James Munro, quien regentaba la ahora famosa librería Munro's Books, y sus cuatro hijas -dicen que escribía cuentos para aprovechar la siesta de las niñas, aunque su inclinación al relato breve viene dada por escritoras que le han influido en gran medida, como Flannery O'Connor o Carson McCullers-; su divorcio y ruptura de la vida a la que parecía abocada por su educación presbiteriana; y su regreso a su lugar de origen en los años 70, con su segundo matrimonio, con el geólogo Gerald Fremlin, fallecido en abril pasado.
Bucear en lo cotidiano
Su primer libro publicado data de 1950 («The dimensions of a shadow») cuando era estudiante, pero «Dance of the happy shades» (1968) le reportó su primer premio, al que siguieron otros. A partir de entonces ha publicado un total de catorce libros de relatos, aunque, como apunta Atwood, «el hecho de que haya costado tanto tiempo su reciente subida a la santidad literaria internacional es en parte debido a la forma en la que escribe. Es una escritora de cuentos -'cuentos' como se decía antes, o `corto de ficción', acepción ahora más común-». Aunque muchos escritores estadounidenses, británicos y canadienses de primer orden han practicado este género, todavía hay una tendencia generalizada pero falsa a igualar la longitud con la importancia».
De esta mujer, de quien se ha repetido hasta la saciedad lo que es «el Chejov canadiense», destaca un estilo marcado por la presencia de un narrador que explica el sentido de los acontecimientos, con unas historias centradas en el mundo rural y plagadas de personajes secundarios donde circulan crímenes espeluznantes, secretos sexuales y rumores escondidos bajo una pátina de respetabilidad.
Entre su obra destacan títulos como «Demasiada felicidad», con cuentos como la historia de una gran matemática del siglo XIX. «Nadie le hacía caso porque era mujer, pero llega el momento en que al fin la reconocen y la nombran profesora en una universidad y entonces muere de un constipado. Fue demasiada felicidad», relata la editora de Lumen Silvia Querini.
La colección «Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage» (2001) fue la base de la película del 2006 «Away from her», de Sarah Polley, y otros de sus títulos, publicados en castellano, son «La vida de las mujeres» o «Mi vida querida». Este es su último trabajo, datado en 2021, donde la autora se descubre más, porque incluye cuatro piezas autobiográficas. «Creo que es lo primero y último -y lo más íntimo- de cuanto tengo que decir sobre mi propia vida», dijo.
Ramón Etxebeste, el editor del sello Meettok, no ocultaba que la noticia de la concesión del Nobel a Alice Munro le había dado «un alegrón». Durante estos días ha seguido las apuestas en Internet y, ayer, al mediodía, reconocía, «me he puesto nerviosillo, aunque soy nuevo en esto».
No era para menos, ya que esta pequeña editorial independiente con sede en la donostiarra calle de Tejería ha sido la primera en publicar en euskara a Munro (en castellano la publica Lumen). El deslumbrante «Zorion handiegia» («Too much happiness»), editado el año pasado y ganador en 2009 del premio Man Boker International, está compuesto por diez cuentos, traducidos por Nagore Tolosa, Itziar Otegi, Aiora Jaka y Naroa Zubillaga. Con una tirada inicial de unos 1.000 ejemplares, hasta el momento ha funcionado bien y ha recibido buenas críticas, aunque Etxebeste prefiere ser realista sobre el impacto que puede tener el premio en las ventas a partir de ahora. «Si se venden 50 más me conformo», explica este editor con humor. «Los que se van a inflar son los editores en inglés o en castellano», apunta, a la vez que reconoce que «el mundo del euskara traducido tiene poco mercado». Se vende más la literatura propia que la de fuera, aunque sean obras de primera fila y contemporáneas y a pesar de que las traducciones de otras literaturas al euskara suelen ser de excelente calidad.
Meettok es una pequeña editorial que publica tanto en euskara como en castellano «literatura de calidad que no sea muy cerrada». Tiene buen olfato, a la vista de su elección de Alice Munro -tiene ya en imprenta lo último de Coetze, para la Feria de Durango- y cuando se le pregunta cómo consiguió los derechos, solo dice que contactó con el agente literario de la escritora y que jugar con la baza de que el euskara es una lengua minorizada le sirvió para negociar precios. «Es la escritora más importante de estos momentos, una persona relevante en la literatura contemporánea y fue una oportunidad porque su obra no estaba editada en euskara», explica.
Reivindicativo con el papel de la cultura -«la lectura y la cultura te ayudan a vivir»-, cree que la crisis que vive actualmente es más «un problema de hábitos» que económico. Él, mientras, sigue «intentando pasar el océano en un bote». A.E.