LA JORNADA | José Steinsleger, 2013/10/9
Giap: el hombre y el arma
(...) Con esa fuerza espiritual, el padre de la nación, Ho Chi Minh, y generales como Nguyen Giap, Le Duan, Van Tien Dung, Tran Van Tra, Nguyen Van Linh, los vietnamitas consiguieron, sucesivamente, la derrota militar y rendición incondicional de los tres grandes ejércitos de la época: Francia, Japón y Estados Unidos (1940-1975). Además, frenar en 1979 las pretensiones expansionistas de China en la antigua «Indochina» (Tonkin, Anam, Cochinchina, más Laos y Kampuchea).
(...) Guiado por Ho Chi Minh («el que enseña»), Giap empezó a militar a los 14 años, y a los 28 fue nombrado general de los ejércitos de la Liga para la Independencia (Viet Minh, 1941). ¿Que si la fe mueve montañas? Los guerrilleros de Giap empezaron con un solo rifle cada tres soldados, y para el ataque congregaba a sus tropas con sonoros gongs artesanales... (...)
El tío Ho reducía todo a un principio irreductible: «La nación tiene su raíz en el pueblo. En la guerra de resistencia y en la reconstrucción nacional, la principal fuerza depende del pueblo». Poco después del «empate militar» en la guerra de Corea (1950-1953), la CIA y el Pentágono pensaron que debían ir en ayuda de Francia para terminar de una vez con los «bandidos rebeldes» de Ho Chi Minh.
No obstante, ningún genio de la inteligencia francesa o yanqui se dio cuenta de que en bicicleta, a pie o cargando miles de piezas de artillería a sus espaldas, los campesinos guerrilleros habían construido en selvas y montañas un enorme aparato logístico de túneles y carreteras camufladas en torno al apacible valle de Dien Bien Phu, fronterizo con Laos.
En Dien Bien Phu, los franceses construyeron la gran base militar que la revista Time calificó de «inexpugnable». Pero allí fue donde justamente, tras un asedio de 55 días, Giap asestó el golpe demoledor a Francia. La base cayó el 7 de mayo de 1954, y como bien apuntó Graham Greene, aquella batalla «... marcó virtualmente el fin de cualquier esperanza que hubieran tenido las potencias occidentales de dominar el Oriente». (...)
Crítico de la teoría de que el arma es lo decisivo en la guerra, Giap escribió en El hombre y el arma: «Tratando de salvarse del peligro de su aniquilamiento, el imperialismo lleva a cabo, con todos sus esfuerzos, la propaganda sobre la `omnipotencia de las armas'... En la guerra, el factor decisivo es y será siempre el hombre; las masas populares son y seguirán siendo las forjadoras de la historia» (Editorial La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1968, p.108).
Y con respecto a la «solidaridad internacional», aquel humilde maestro de geografía del Vietnam heroico, que fue homosexual y nunca había pisado una academia militar, advirtió en una célebre entrevista con el periodista australiano Wilfred Burchett (1911-1983): «Los vietnamitas tenemos un refrán sobre los matrimonios de conveniencia: `la pareja comparte la misma cama, pero tiene distintos sueños'».