Hasier Arraiz | Coordinador del Consejo Nacional de Sortu y parlamentario de EH Bildu en Gasteiz
Sobre fascistas y demócratas
Todavía perplejo por el revuelo mediático que ha suscitado el incidente que me tuvo como protagonista junto al parlamentario del Partido Popular, el señor Borja Sémper, el pasado jueves 3 de octubre en la Cámara parlamentaria de Gasteiz, estimo conveniente hacer públicas una serie de consideraciones. En primer lugar, quiero decir que no tengo personalmente nada en contra del señor Sémper y que me dirigí a él en su calidad de representante político del Partido Popular. En segundo lugar, admito que falté al decoro parlamentario y que asumo, como no puede ser de otro modo, toda la responsabilidad de mis actos.
En tercer lugar, quiero dejar de lado las disputas de patio de colegio sobre quién insulta más a quién y qué es o deja de ser un insulto en sede parlamentaria, para intentar adentrarme en el fondo de la cuestión, que lo tiene más de lo que parece. No obstante, considero que el decoro parlamentario es una cuestión secundaria cuando un representante político del partido que gobierna en Madrid asevera en sede parlamentaria, con luz y taquígrafos, que «ETA no ha decidido abandonar las armas, sino que ha sido derrotada militarmente y que, asimismo, ahora el Estado de Derecho va a derrotar las ideas de ETA (señalando la bancada de EH Bildu)».
Cuando esa misma semana la Guardia Civil había detenido a dieciocho activistas pro-derechos humanos de las personas presas y un juzgado de excepción como es la Audiencia Nacional ha decidido suspender por dos años la actividad de un movimiento popular como Herrira, a nosotros y nosotras nos quedó muy clara cuál es la derrota de nuestras ideas que busca el señor Sémper y sus compañeros del PP. Lo que no son ca- paces de ganar en las urnas, mediante la libre adhesión popular, lo pretenden ganar con jueces y policías, deteniendo e ilegalizando al adversario político. Esa es una actitud totalitaria y fascista. No se merece otro calificativo.
Los señores del Partido Popular, en esto siempre respaldados por los del PSOE, se reafirman día a día en su posición de dar la espalda a la democracia con actitudes cada vez más totalitarias. El posicionamiento de ambos partidos políticos en el Congreso de los Diputados sobre el derecho de las naciones sin Estado a decidir libre y democráticamente su futuro es suficientemente explícito. En esto sí que hay un auténtico Pacto de Estado y en ese Pacto no hay agenda democrática para Euskal Herria.
El Estado español no tiene respuestas democráticas para las demandas de Euskal Herria y el resto de naciones sin Estado, como también estamos viendo en Cataluña. Tanto el PP como el PSOE no reconocen a vascos y vascas su legítimo derecho a decidir, esa sí que es una actitud excluyente y en absoluto democrática. Porque democracia, señores del PP y el PSOE, no es solo poder votar cada cierto tiempo, democracia es, ante todo, el respeto a todos los derechos -tanto individuales como colectivos- de todas las personas.
En este nuevo escenario en el que vivimos en Euskal Herria, cuando han transcurrido casi dos años desde que ETA tomó la decisión histórica de dar por terminada su actividad armada, algunos -los que respaldan políticamente la actuación policial y judicial contra Herrira- quieren que volvamos atrás, a escenarios del pasado. Por supuesto, no lo van a conseguir, porque este pueblo ha manifestado de forma irrevocable su voluntad de construir entre diferentes un escenario de paz integral y verdadera convivencia democrática.
Pero que no piensen por un momento siquiera que nos vamos a quedar callados ante cada vulneración de derechos que todavía hoy seguimos sufriendo, ni en la calle, ni en sede parlamentaria. La izquierda abertzale quiere y está trabajando día a día por un escenario de paz y democracia para Euskal Herria, un escenario de no-violencia, ninguna violencia, pero también un escenario político sin imposiciones de ningún tipo, donde todos los proyectos políticos, también el independentista, pueda ser debatido, decidido y realizado en igualdad de condiciones que el resto.