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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Solvencia y honestidad

 

Gontzal F. ASTORKI Autor del blog «Aquí hay zarpazo»

No se puede decir, desde luego, que el Athletic pase por un mal momento. Con el mejor arranque liguero en veinte años y con una situación económica envidiable para lo que se estila no ya en el arruinado mundo del fútbol, sino en la coyuntura económica mundial, muy mal debería hacerlo la actual Junta Directiva para no dejar una brillante herencia dentro de dos años.

Con una deuda de diecisiete millones, más que asumible, la situación económico-financiera tuvo su reflejo en una Asamblea plácida que avaló con contundencia los resultados del ejercicio pasado y el presupuesto de la próxima.

Con todo, se abre ahora un tiempo en el que deberán quedar fijadas las bases para el Athletic del futuro. Más allá de lo deportivo, una vez finalizada la construcción de San Mamés será momento de calibrar si el aumento de ingresos permiten, de una vez, acabar con aquello que se definió como déficit estructural, que no era otra cosa que perder dinero todos los años al ser los gastos superiores a los ingresos, razón por la cuál era necesario ocasionalmente traspasar un jugador.

Los números presentados por Urrutia, aunque indiscutiblemente favorables, no dejan de tener, como casi siempre, alguna que otra lectura. Por ejemplo, qué hubiese sido de este Club si a alguien por Munich no le hubiese entrado una prohibitiva obsesión por Javi Martínez y el jugador siguiese bajo disciplina zurigorri.

Porque vistos ahora los números, y sin entrar en el debate de la pérdida deportiva, indiscutible, lo cierto es que la situación económico-financiera del Athletic sería, hoy por hoy, no solo diferente, sino preocupante. Igualmente, y visto que para el ejercicio 2013-2014 está previsto perder dinero a pesar del abaratamiento de los costes de personal deportivo, ¿tenía este Club músculo financiero como para haber podido abordar las renovaciones de Amorebieta y Llorente en los términos económicos que trascendieron?

La sensación es, efectivamente, que con esos tres jugadores bajo disciplina rojiblanca la situación hubiese sido complicada; con unos gastos -derivados de la inflación de la nóminas de los futbolistas- difíciles de cubrir; con unas obligaciones importantes a corto -aportaciones a San Mamés Barria-; e importantes deudas con Hacienda ahora que algún político ha pasado de ser el principal financiador del deporte profesional a encabezar la populista política de perseguir al millonario prematuro.

Así pues si en el Athletic están los que quieren estar, si los que no lo desean han permitido con su éxodo una mejor situación en las cuentas y lo deportivo acompaña, pocos peros se puede poner a la gestión de la Junta. Por eso, y no por los motivos que algunos quieren ver, se sacan adelante las asambleas. Por eso y por las brillantes explicaciones de Uribe-Etxebarria, por las formas y el talante de Javier Aldazabal para no crispar al asambleísta, que no deja de ser alguien que con la mejor de las voluntades dedica su tiempo al Athletic, y por asumir con naturalidad que el Athletic, como la sociedad, es plural, pero mayoritariamente abertzale y euskaltzale. Nada es casual. Urrutia ha cometido fallos, su estrategia a la hora de comunicar sigue siendo mejorable, pero la sensación de honestidad y transparencia está fuera de dudas. Y eso lo necesitaba el Athletic tanto como los 40 millones por el traspaso de Javi.

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