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La agresividad de Aznar y San Gil solo consigue reabrir batallas dentro del PP

Las agresivas intervenciones que José María Aznar y María San Gil tuvieron el lunes en Donostia en contra del nacionalismo vasco y catalán, con duras acusaciones contra Bildu, solo han tenido una repercusión en Euskal Herria: volver a abrir la guerra interna dentro del PP.

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Iñaki IRIONDO | GASTEIZ

José María Aznar y María San Gil acudieron el lunes a Donostia a la presentación de un libro que no es nuevo, como señaló el propio expresidente del Gobierno español al recordar que ya lo habían hecho «hace unos meses en Guadarrama». Y como corresponde a la presentación de algo presentado, se habló poco del libro y se utilizó el acto para otros intereses, que en este caso era colocar en el escaparate público el discurso de los dos «exs». Prueben a buscar, incluso en las crónicas más entregadas, alguna referencia al contenido de la publicación o sus autores.

En los discursos, José María Aznar y María San Gil se emplearon con dureza dialéctica contra los nacionalismos vascos y catalán, y arremetieron sin rubor contra Bildu y sus responsables institucionales. Sin embargo, en Euskal Herria, ni el PNV ni la coalición independentista han tomado en consideración las diatribas. Por contra, los dardos lanzados han impactado de lleno en el propio PP, reabriendo heridas internas.

En el caso del expresidente del Gobierno, sus palabras sobre que la necesidad de liderazgo para hacer frente al separatismo y sus aguerridas menciones a España, han sido comúnmente entendidas como otro «toque de atención» a Mariano Rajoy, después del que ya le propinó hace unos meses en una entrevista televisiva.

La pregunta que quedó en el aire es si José María Aznar y el sucesor que eligió a dedo comparten la misma idea de partido y de España, y ahí tuvo que salir a lidiar el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, para explicar que «aunque es evidente que tienen estilos distintos, los dos piensan lo mismo».

También los ministros José Ignacio Wert y Alberto Ruiz-Gallardón, y la presidenta del PP en Catalunya, Alicia Sánchez Camacho, se vieron en la obligación de defender a Rajoy.

Los partidos catalanes mostraron, en general, desprecio por las palabras del expresidente. Mientras que en los pasillos del Congreso, Rosa Díez definió la situación con un escueto «que Aznar cuestione el liderazgo de Rajoy no es noticia».

Es decir, que cuando José María Aznar ruge por la defensa de la unidad de España, las miradas se dirigen hacia el liderazgo del PP y a las relaciones entre quien decidió marcharse -aunque no parece vivir cómodo en el silencio, pese a los suculentos consejos de administración a los que pertenece- y quienes hoy dirigen el partido.

«Potes con bildu-etarras»

Esa ruptura entre quien se fue y quienes actualmente toman las decisiones es aún más evidente en el caso de la CAV, porque no hubo relevo ordenado sino espantada. Y si Aznar habló sin apuntar directamente a nadie, María San Gil dejó claro a dónde disparaba.

La expresidenta del PP de la CAV y patrona de la Fundación Villacisneros, denunció que el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, y el alcalde donostiarra, Juan Karlos Izagirre, «son bildu-etarras» con los que el resto de partidos «conviven con absoluta naturalidad» y tratándoles «como si fueran demócratas». Según María San Gil «hablan, pactan, hacen entrevistas y yo les diría que incluso potean con ellos». «Ni PNV, ni PP, ni PSE están en lo que tienen que estar», concluyó.

Estas palabras no gustaron nada al actual portavoz del PP en la CAV y presidente de Gipuzkoa, que las calificó de «injustas y dolorosas». En su opinión, María San Gil «no está muy atenta a la actualidad política vasca cuando dice algunas cosas». Explicó que «a mi, hace quince días, me llamaban fascista en el Parlamento vasco y lo que dijo ella es que, poco más o menos, nosotros estamos de cachondeo con los de Bildu».

Para defender a María San Gil y en contra de Borja Sémper salió Carlos Iturgaiz y lo hizo, además, acogiéndose al comodín de las víctimas. Según afirmó en una emisora de la extrema derecha española, en el acto del lunes se le acercaron «muchas víctimas» a decirle que no entendían que Sémper hubiera arropado al concejal de Errenteria que escribió una carta en la que «apoya a la gentuza de Herrira, a esos proetarras». Según Iturgaiz si el edil no rectifica había que haberle desautorizado, y el PP no lo hizo «y las víctimas no están de acuerdo». Es más, las palabras de Sémper les «han hecho daño». Y, como según su interpretación quiso decir María San Gil, «no se puede estar con una mano a dios y con otra al diablo».

Así están las cosas en el PP.

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