Etxerat ha confirmado la agresión sufrida por los presos Urko Labaka y Xabier Aranburu por parte de funcionarios de la cárcel de Lyon-Corbas, de la que venían dando cuenta mensajes en las redes sociales desde hace unos días. Ocurrió el pasado jueves, 10 de octubre.

Etxerat explica que en realidad el litigio viene de largo. «En setiembre, por ejemplo, les negaron la posibilidad de realizar actividades (fútbol y gimnasio). Y utilizaron todo tipo de excusas para ello. Los tres presos políticos que se encuentran en la cárcel de Lyon-Corbas, en el módulo de hombres, decidieron realizar concentraciones; y es que las actividades son su única opción para poder salir de las celdas, además de las dos salidas de hora y media que tienen para ir al patio».

El organismo de familiares y allegados de presos explica que los funcionarios se molestaron ya con la primera concentración de protesta que realizaron los presos, hasta el punto de que en la segunda ocasión «uno de ellos perdió los papeles e intentó agredir a uno de los presos políticos vascos. Otro funcionario tuvo que protegerle».

El 9 de octubre los presos tuvieron un juicio por estos hechos y les condenaron a ocho días de celda de castigo. Tanto antes como después, pidieron una cita con el director, pero no les atendió, apunta Etxerat. Es después cuando llegó la agresión. «Al día siguiente, el 10 de octubre, a las 10.00 de la mañana, los responsables de la cárcel entraron en las celdas de Urko Labaka y Xabier Aranburu, junto a funcionarios antidisturbios -detalla Etxerat-. Les llevaron hasta las celdas de castigo en el aire, a rastras, con patadas, chocando con la cabeza y las rodillas contra las escaleras y de un modo muy agresivo. Además, el camino a las celdas de castigo es muy largo y llegaron sangrando por la boca, casi sin ropa, semidesnudos y con la espalda y las muñecas raspadas. Totalmente destrozados».

Labaka es de Altza (Donostia) y Aranburu, de Ondarroa. La asociación concluye afirmando que «esta situación tiene que acabar, es inaceptable que miles de familias tengamos el corazón encogido».