Martxel Rodriguez, un biólogo de Lesaka enganchado por la danza, empezó venir los viernes desde Bilbo, donde hacía un máster, al Dantzagunea de Arteleku para bailar en Mugi, una especie de célula de alto rendimiento para jóvenes bailarines y profesionales del sector. Ahora es uno de los once miembros de la compañía Dantzaz y está empezando a considerar la danza como una profesión, como reconocía ayer, minutos después de bailar con sus compañeros en la presentación del balance de la temporada anterior y el avance de la que arranca ahora.

Martxel es uno de los once miembros de Dantzaz, la plataforma para el primer empleo y compañía de danza auspiciada por la Diputación de Gipuzkoa. La suelen componer diez jóvenes bailarines, procedentes de todo el mundo, aunque ahora son once porque una noruega está becada por su país. De estos once, además, cuatro son vascos. Con ellos se trabaja durante unos dos años, aunque depende de las aptitudes de cada uno, con el objetivo de hacerles ingresar en el mundo laboral.

Por aquí han pasado 66 bailarines, de los que 47 están trabajando en la actualidad. Hay una lista de espera bien larga, según Adriana Pous, la directora artística de Dantzaz, quien recalcó ayer la necesidad de que las instituciones sigan apostando por la compañía, «una tarjeta de presentación de nuestra cultura que se puede vender muy bien en el exterior».

Para este año la plataforma tiene muchos proyectos: colaboraciones con los coreógrafos vascos Asier Zabaleta, Jon Maia, Igor Calonge e Iker Arrue, seguirán sensibilizando en las ikastolas, continuarán con montajes en lugares ingulares como las playas o las calles (dantza-pote), y se prepararán para el traslado a principios del 2014 a su nueva sede de Errenteria.