LABORAL KUTXA 84

MACCABI 80

Ganar al Maccabi siempre sabe un poquito mejor. Ganar habiendo mostrado buenos minutos, mejor aún. Ganar al Maccabi 84-80 después de verse por detrás 71-75, es maravilloso.

El Laboral Kutxa Baskonia mostró los primeros esbozos de su nuevo libreto. Pero después de una muy buena primera mitad, hubo que sufrir ante un adversario que endureció el duelo, y halló primero a Hickman y luego a Ohayon sus mejores elementos. Pero cuando peor pintaban las cosas, con ese 71-75, emergieron Hamilton y Heurtel. El estadounidense empezó la remontada y remató la victoria final con dos difíciles suspensiones de media distancia. El base galo, que no jugó un buen partido, reventó el choque con sus «Heurteledas»: un «tres más uno» para empezar y luego dos canastas cuando más calentaba el sol. Así hay que quererlo.

Pero el Laboral Kutxa Baskonia jugó mejor en la primera mitad. Sobre todo cuando estuvo Tibor Pleiss en la cancha, los gasteiztarras lograron correr, jugar a campo abierto y buscar la forma más sencilla y directa de anotar, todo ello partiendo de una buena defensa y el control del rebote. Hubo jugadas elaboradas, pero ante todo se impuso el afán de simplificar el juego. Fuerte defensa, dominio del rebote, y buscar el campo libre. Y en estático, muchos pases, y decisión para tratar de aprovechar la primera ventaja ante el rival.

Tampoco es que David Blatt anduviera muy inspirado en esos primeros 20 minutos. Ante la falta de contundencia interior de la escuadra local, no tuvo mejor idea que sacar a David Blu como falso ala-pívot, de forma que tanto Nocioni como el propio San Emeterio -eventual «cuatro» por la ausencia de Clark- tuvieron menos problemas de los esperados.

De la alegría a la dureza

Así, el Maccabi se vio sorprendido desde el salto inicial. La escuadra israelí gusta de jugar con cierta alegría, salvo cuando Schortsianitis está en cancha, ya que entonces, pese a la agilidad de Big Sofo, prefiere pausar el juego y buscar al pívot en el poste bajo. Empero, Pleiss lo frenó en seco, y el ataque macabeo se volvió en lo que Ricky Hickman lograba improvisar, y los chispazos de Rice, Ingles o Shawn James.

Fue un canto a la anotación y al ritmo. Pero tras el 48-38 del descanso, todo cambió. David Blatt le puso cerco al duelo, a base de subir dos puntos en el apartado físico, mientras que a los baskonistas les faltaba el aire, y además no las metían de tres, salvo excepciones, como cinco puntos de Jelinek en el último cuarto, tras penar todo el partido ante Hickman.

Así llegó la remontada de un Maccabi que parecía imponerse. Pero Heurtel y Hamilton se quitaron los miedos y los complejos, y reventaron el duelo. El final fue de locura, con un tapón que se ganó Heurtel con 82-80. Por fortuna, la bola se marchó fuera, y la jugada de pizarra... salió, ya que Hamilton encestó. ¡Lo bien que sabe ganar!