Mikel INSAUSTI

El documental ha evolucionado mucho y está ayudando a la pervivencia de la memoria histórica, pero a veces se quiere abarcar demasiado, y no siempre se consigue ahondar en los personajes y su época como lo haría la ficción. Dentro de «El rey de Canfranc» hay una película que merece la pena, aunque no ha contado con el desarrollo suficiente, porque se quería atender a otras cuestiones. De todo el relato me quedo con la relación de amor entre el aduanero y la estación de Canfranc. No voy a decir que lo demás me sobre, o que la aventura de espionaje no deba estar ahí. El problema es que esos aspectos supuestamente emocionantes son tratados a la carrera y un tanto de pasada, y lo que perdura al final es el factor nostálgico.

Existe una íntima y lograda conexión entre las impresionantes imágenes del prólogo, dedicadas a ese enclave fantasmagórico en el que se ha convertido la gigantesca estación construida en los años 20 con las montañas pirenaicas nevadas de fondo, y la actitud última del protagonista, renunciando con proverbial humildad al puesto ministerial que le ofrecía De Gaulle por los servicios prestados durante la guerra.

La ubicación sentimental no puede ser más perfecta, al igual que el recuerdo de Canfranc en los días del Gobierno de Vichy como una especie de Casablanca, donde el paso de mercancías se correspondía con el de pasajeros, que podían ser nazis, refugiados, colaboracionistas, miembros de la Resistencia, judíos huidos, espías o lo que fuera.

La evocación de aquel ambiente de tránsito depende, sin embargo, de las entrevistas a los supervivientes. Sus testimonios se van dispersando, al derivar tanto hacia el retrato del hombre de familia como el del héroe anónimo. Al nieto del bretón Albert Le Lay, un catedrático de la UNED llamado Víctor Fairén Le Lay, le pueden más los lazos sanguíneos y el hecho de haber llegado a conocer a su abuelo personalmente. El anciano nunca le contó una odisea completa culminada con la fuga a Argel por Algeciras, sino que le desgranó pequeñas anécdotas que ha ido rearmando en su cabeza.