El Gobierno francés va a reexaminar las reglas de expulsión de jóvenes sin papeles para intentar encauzar la crisis que ha provocado la expulsión a Kosovo de una estudiante gitana.

Miles de estudiantes de secundaria se manifestaron ayer de nuevo en París y en otras ciudades francesas para reclamar el regreso de Leonarda Dibrani, estudiante de 15 años detenida el pasado miércoles en Levier durante una excursión escolar y expulsada con su familia a Kosovo. El Gobierno analizó las circunstancias de esta medida, que ha puesto en el ojo del huracán al ministro del Interior, Manuel Valls, quien ha tenido que acortar un viaje a las Antillas para volver a París.

La Presidencia francesa mencionó la posibilidad de convertir en refugio no solo la escuela, sino también «el tiempo de vida escolar» para evitar que una expulsión pueda interrumpir la escolaridad de un estudiante sin papeles y el ministro de Educación, Vincent Peillon, opinó que no puede haber expulsiones en el marco de la escolaridad».

La expulsión de la adolescente sacó a la calle a miles de estudiantes y ha dinamitado la unidad del gobierno.

Aunque el presidente, François Hollande, no hizo declaraciones, su compañera, Valérie Trierweiler, declaró que «ciertas fronteras no se franquean y la puerta de la escuela es una de ellas» .

Resat Dibrani, el padre de Leonarda, afirmó que «si las autoridades no me permiten volver a Francia legalmente, pasaré por los bosques» con mi familia.

Mientras los ministros del PS tratan de cerrar filas en torno a Valls, los dirigentes de izquierda se sumaron a la manifestación de París, y exigieron la dimisión del ministro.

La marcha reunió a 12.000 personas con lemas como «Todos somos hijos de inmigrantes, de segunda o tercera generación» o «Papeles para todos», según el sindicato estudiantil UNL y acabó con algunos incidentes. También reclamaron el regreso de Khatchik Kachatryan, un estudiante armenio de 19 años expulsado hace una semana.