Maite SOROA
La España fantástica
Andaba servidora dándole vueltas a la tragedia de Fagor Electrodomésticos y no podía quitarse de la cabeza la última campaña de publicidad en la que la cooperativa vasca presumía de ser netamente española e incorporaba la «ñ» de España. «Fagor, 100% capital español», rezaba la triste campaña y resulta muy significativo y elocuente que el asociarse a España haya coincidido con el epílogo de la histórica cooperativa de Arrasate.
¿A quién se le habrá ocurrido semejante melonada? Unir el cooperativismo vasco con España, ¿qué beneficios trae? En fin. Una, que no sabe mucho de economía pero que de España sabe algo -lectura diaria de su prensa más ultramontana obliga-, estaba convencida de que hoy por hoy pasearse por el mundo con España de la mano era una auténtica ruina. Paro estratosférico, corrupción desparramada, economía quebrada, modelo de Estado en barrena, credibilidad perdida... todos los ingredientes están servidos para que los vascos hagan su propio camino. Y creo que España es un atraso y que seguir subordinados y dependientes es un camino seguro al desastre.
En esas estaba, cuando leyendo la prensa de Madrid encontré a toda plana en el vetusto «Abc» al presidente del Banco Santander, Emilio Botín. El superbanquero, como si de un rey Midas se tratase, venía a decir que convierte en oro todo lo que se hace a imagen y semejanza de sus intereses en España .
Servidora no sabe bien si, como en el famoso cuento de Lewis Carrol, Botín vive en el país de las maravillas o si le va tan bien el negocio que, ni corto ni perezoso, se pone a decir cosas delirantes sin reparar en que puede herir sensibilidades y enfadar, y con razón, al personal.
Dice que el actual es un «momento fantástico para España» porque «todo el mundo quiere invertir en España» y porque «el dinero llega a España de todas partes». Ya ven hasta qué punto llega la indecencia del susodicho: nada, que nadie se queje, que no hay motivo porque vivimos en «un momento fantástico». ¿Y a quién pone por testigo? A todo el mundo y al dinero de todas partes. Leí todo el discurso de Botín y, al final, se ponía pelota con el Gobierno -que aunque no lo reconozca por razones obvias, una no duda que lo tiene en nómina-. La «confianza en España aumenta de forma inimaginable», sostiene, gracias a las reformas del PP.
España fantástica y Botín, ya ven, una pesadilla y un pesado.