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Ainara Lertxundi Periodista

Guerra, muros y persecución

La guerra en Siria acumulaba a principios de setiembre más de dos millones de refugiados. Hace un año, el número de civiles sirios registrados como refugiados por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) o a la espera de registro era de 230.671 personas y, según las previsiones de la ONU, a lo largo de 2014 otros dos millones de sirios buscarán refugio en países vecinos hasta superar los cinco millones a finales de ese año. A diario, una media de 5.000 sirios cruzan la frontera. Aproximadamente el 52% de esta población son menores de 18 años. Dentro de Siria, el número desplazados internos aumentará en 2,25 millones, llegando a los 6,5 millones. A finales de agosto, la ACNUR cifró en 4,25 millones las personas que habían tenido que huir de su casa y buscar refugio dentro de territorio sirio.

«Siria se ha convertido en la gran tragedia de este siglo, una desgraciada calamidad humanitaria que conlleva un sufrimiento y un desplazamiento sin precedentes en la historia reciente», admitía Antonio Guterres, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

Frente a esta tragedia, Bulgaria quiere construir una alambrada de 30 kilómetros de largo y tres metros de alto en la frontera con Turquía, donde 600.000 han buscado refugio. En lo que va de año, 6.500 sirios han entrado en el país balcánico. La valla costará unos 2,5 millones de euros.

Y Egipto mantiene las deportaciones forzosas, denunciadas recientemente por Amnistía Internacional. Las autoridades egipcias han detenido 946 sirios por intentar cruzar la frontera. De ellos, cerca de 589 permanecen bajo arresto administrativo, incluidas mujeres y 84 menores.

Lamentablemente, ni ellos ni los centenares de inmigrantes, entre los que había ciudadanos sirios, muertos cerca de Lampedusa o los 40 sirios, de un total de 112 pasajeros, que ese mismo día se hundieron frente a la ciudad egipcia de Alejandría ocupan un lugar destacado en las agendas de ningún tipo. La población y su dolor han sido una vez más catapultada por intereses ajenos y lecturas simplistas y cortoplacistas.

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