El temor de que pueda romperse el incipiente proceso de diálogo entre el Gobierno turco y la guerrilla kurda del PKK cobra nueva fuerza estos días.

El líder kurdo, Abdullah Ocalan, «dijo que la primera fase del proceso terminó el 15 de octubre y que él no sabe de una segunda», declaró Mehmet Öcalan, hermano del encarcelado líder kurdo, al que visitó el lunes en la isla-prisión de Imrali, donde está prisionero de por vida. El PKK fijó el 15 de octubre como fecha tope para que el Gobierno turco moviera ficha.

El PKK advirtió de que sus milicianos están dispuestos a volver a las armas en caso de que Ankara no revitalice «en los próximos días» el proceso de paz.

Cemil Bayik, máximo dirigente en libertad del PKK, declaró desde los refugios de la guerrilla en las montañas Kandil (Kurdistán Sur) que el proceso ha llegado a su fin. «O ellos (Ankara) aceptan unas negociaciones profundas y significativas con los kurdos, o comenzará una guerra civil en Turquía». Bayik insistió en las condiciones para que se mantenga abierto el proceso de paz: que mejoren las condiciones de encarcelamiento de Öcalan; que haya garantías de cambios constitucionales en favor de los derechos del pueblo kurdo; y que se sume un tercer actor, como un país mediador, al proceso de paz.

Tras el anuncio el alto el fuego el pasado marzo, la guerrilla comenzó un repliegue en dirección a sus bases de retaguardia en Kurdistán Sur. Este primer paso, que la guerrilla amenaza con revertir, tenía que ser continuado con un paquete de medidas democratizadoras por parte de Ankara que finalmente no han llegado. «No ha habido ningún cambio de mentalidad», denuncia Bayik.