Ibon Zubiela | Responsable de salud laboral de LAB
«No hacen nada con el amianto porque las víctimas somos obreros»
Zubiela participa estos días en una Conferencia Sindical Internacional de la Federación Sindical Mundial (FSM) en Atenas, donde pondrá sobre la mesa la problemática del amianto para poder emprender un trabajo conjunto entre diferentes sindicatos de cara a construir una solución.
Juanjo BASTERRA | BILBO
Esta misma semana ha fallecido el undécimo extrabajador por un mesotelioma. Se llamaba Avelino Almaraz García. Trabajó en Bridgestone. Con él, suman ya desde 2008 un total de 117 trabajadores fallecidos por haber inhalado amianto durante su vida laboral. Ibon Zubiela, responsable de Salud Laboral de LAB, participa estos próximos días en una Conferencia Sindical Internacional de la Federación Sindical Mundial (FSM) en Atenas (Grecia).
Junto a otros sindicalistas, Zubiela espera poner sobre la mesa lo que se esconde detrás del mineral cancerígeno y poder obtener una respuesta conjunta del movimiento sindical para impulsar que su prohibición se extienda a más de los cuarenta países donde está prohibido, aunque se siguen extrayendo más de dos millones de toneladas en el mundo, pese a estar reconocida su influencia directa en la aparición de distintos tipos de cáncer malignos y fulminantes.
«En el encuentro realizaré un breve recorrido sobre lo que es, las clases y los efectos que tiene contra la salud», dijo a GARA el sindicalista. «Las evidencias mortales del amianto o asbesto son científicas. No nos las inventamos nosotros. Desde comienzos del siglo pasado se sabía sus efectos negativos para la salud» y desde mediados del siglo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) corroboró su carácter cancerígeno.
Ibon Zubiela recuerda en este momento que «el primer caso bien documentado de asbestosis -fibrosis pulmonar por exposición- data de 1906 y corresponde a un trabajador del sector de textil de un taller de cardado en Barking (Gran Bretaña). Era el único superviviente de los once trabajadores que habían comenzado en el mismo taller».
El sindicato LAB lleva una actividad de formación, campañas, organización de jornadas de debate y de denuncia permanente frente al amianto en Euskal Herria debido a sus consecuencias mortales.
Por eso, el sindicalista de LAB afirma que «mientras la industria en sus diferentes versiones explotaba este mineral casi `milagroso', médicos e investigadores científicos de distintas partes del mundo advertían de sus peligros, a pesar de las maniobras de ocultamiento y descrédito por parte del imperio multinacional del amianto».
Zubiela expondrá en Atenas, ante sus compañeros sindicalistas, que más de 50 años después de conocerse sus propiedades cancerígenas, «solo está prohibido en un entorno de cuarenta países, pero en otros 150 más se utiliza y extrae. Solo un ejemplo -dijo- en Asia en 1950 el consumo total representó 25.383 toneladas, pero en 2003, según las últimas estadísticas disponibles, se consumieron más de un millón de toneladas».
Considera que lo que se está haciendo es «trasladar esta pandemia a otras partes del mundo. Nos damos cuenta por los datos que estamos en niveles de consumo similares a los años sesenta, pero en otros lugares. Es significativo que Canadá, que a nivel interno tiene limitado su consumo, en cambio es uno de los mayores extractores de ese mineral, que exporta en un 95%».
Toda la «inacción que esconde este problema», sobre todo por lo tarde que comienzan a aparecer las enfermedades, no solo por parte de los diferentes gobiernos y de las autoridades sanitarias se debe, a juicio del representante sindical de LAB, a que «la mayoría de las víctimas son obreros o sus familias, porque hay contaminación directa, pero también doméstica y secundaria. Incluso, por el entorno social de las viviendas cerca de fábricas donde manipuló y utilizó el mineral cancerígeno», relata.
Zubiela lamenta que «esta división social en clases tiene también un reflejo directo en la desigualdad en la salud, porque vemos como los pobres vivimos peor y enfermamos antes». Toda esta situación la atribuye al poder que tienen los lobbys de presión, «como ocurrió con la industria química con el reglamento REACH. Al comienzo te haces una idea de que se puede avanzar, pero, al final, te quedas con un cambio normativo que pasa casi desapercibido».
«Fin a la pandemia»
LAB exigirá en el foro internacional de sindicatos de clase de la FSM que se traslade una demanda a los gobiernos para «prohibir el uso del amianto a escala mundial», porque «solo así se podrá poner fin a la pandemia que suponen las enfermedades generadas por este mineral». Sostiene que es urgente adoptar «medidas directas para reducir una segunda oleada, aún mayor, del desastre que está suponiendo el amianto para muchas personas».
Ibon Zubiela propondrá, además, un reconocimiento de los derechos de las personas afectadas y que se legisle de tal manera que se ponga fin a este grave problema. Todo ello, unido con una reclamación de un fondo de compensación para las víctimas y, entre otros elementos, permitiendo la jubilación anticipada de trabajadores expuestos al mineral cancerígeno.
Hay que darse cuenta de la magnitud del problema, OIT y la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo señalan que distintas estimaciones para Alemania, Estado francés, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Suiza prevén un total de 200.000 muertes por mesotelioma desde 1995 hasta 2029. «Si estas cifras se extrapolan a la totalidad de Europa occidental y se añaden las muertes por cáncer de pulmón relacionado con el asbesto, se calcula que para ese año las muertes causadas por este grupo de minerales en Europa se situarán alrededor de las 500.000 personas fallecidas».
Respecto a la realidad en Euskal Herria, Ibon Zubiela reconoce que «existe una relajación mayor por parte de las administraciones públicas». Todo ello lo atribuye a intereses económicos y lamenta que el debate que se inició sobre la instauración de un fondo de compensación en el Parlamento de Gasteiz «solo sirviera para marear la perdiz y atribuir a Madrid su coste. Los poderes públicos han dejado abandonada esta grave problemática, sin duda. Dicen que hacen, pero no».
«La mayoría de las víctimas son obreros o sus familias porque hay contaminación directa, pero también doméstica y secundaria. Incluso por el entorno social de las viviendas cercanas a las fábricas»