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Raimundo Fitero

Desacuerdos

Una presentadora de un noticiario de Intereconomía pronunció cuando acaba de dar entrada a un vídeo una frase lapidaria que ha dado mucho juego: «que conste mi total desacuerdo leyendo esta entradilla», y se oyó en vivo y en directo. Carmen Baños no es precisamente una debutante, tiene una experiencia en otros canales, por lo que se supone que su expresión no fue tanto un error, como una vindicación. Le pudo la vergüenza periodística frente al empleo. O quizás, al estar en un canal es bancarrota, a punto de suspender pagos, pensó que decir la frase de protesta y que se oyera, era como un salvoconducto, como dejar su currículo en otras empresas mediáticas no tan ultras.

Este detalle nos coloca ante lo que se llamó la objeción de conciencia. Y en el estatuto de los trabajadores y en los medios de comunicación existe una cláusula en la que si un medio cambia de orientación política, sus trabajadores pueden acogerse a esa objeción para no tener que cambiar su visión de la vida ni ideología, por lo que no se pueden ser obligados a manipular de la manera que se hace actualmente en tantos medios de comunicación.

Lo contrario, no protestar, no dejar claro su postura o su objeción se puede confundir como una manera de comulgar con la línea ideológica del canal. Y claro, eso lo puede decir Carlos Cuesta, o el otro faltón de la cara moldeada y la gomina a chorros del propio canal, pero existirá un número indeterminado de trabajadores en diferentes secciones que no estén de acuerdo con esa línea editorial tan facha, y que la soporten por necesidad económica, y tal como están las cosas y las leyes, mostrar el desacuerdo es inscribirse en la lista del paro.

Sería bueno que se conocieran más desacuerdos, que formara parte de lo habitual. Pero no se estila. Las jerarquías en los medios son tan abrumadoras que lo esencial, lo sensible, viene confeccionado, censurado, protegido y condensado desde los centros de poder. La manifestación de las víctimas, por ejemplo, es una muestra en la que nadie puede mencionar su desacuerdo, pero que es un compendio de injurias, mentiras, manipulación y adoctrinamiento totalitario y antidemocrático.

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