Maite Soroa | msoroa@gara.net
Víctimas colaterales de las víctimas
Una está ya un poco hasta el gorro de la obscena utilización del concepto de víctima para obstaculizar vías de solución y dinámicas reparadoras de convivencia. Están dando una turrada de dimensiones bíblicas, llena de retórica inflamable y de predic- ciones apocalípticas. Y lo peor de todo es que están alimentando a una bestia, a su monstruo particular que al final, por el poder que acapara y las resistencias que genera, acabará por comerse a sus propios impulsores.
¿Que me he levantado con mal pie y que quizá no será para tanto? El fiscal superior del TSJPV, Juan Calparsoro, el secretario general del Partido Popular de la CAV, Iñaki Oyarzábal, el ex presidente español Rodríguez Zapatero y un largo etcétera forman parte ya de la lista de candidatos a ser engullidos, insultados y amenazados. Podría decirse que son víctimas colaterales del «monstruo» que algunos han montado manipulando con indecencia a algunas de las víctimas. Lean, lean ustedes y háganse su propia idea.
En el diario carca «Abc», hasta tres columnistas, Eduarne Uriarte, Ignacio Camacho y Juan Carlos Girauta, repartían estopa a diestro y siniestro. Uriarte, siempre tan sedienta de venganza, se despachaba a gusto con Juan Calparsoro por haber dicho que Inés del Río ha cumplido sobradamente con la sociedad. Y se pone en plan tremendista al afirmar que las palabras de Calparsoro demuestran «que no se ha logrado una deslegitimación total ni de los crímenes etarras ni de sus justificaciones». O sea, que el fiscal casi casi es colaborador de ETA. Sin comentarios.
Camacho, en plan hooligan futbolero, decía que «el revés jurídico es irreversible pero hay algo mucho peor que perder un pleito y es autoderrotarse por conformismo». Y animaba al Gobierno a «dilatar al máximo las excarcelaciones inevitables e impedir las que no lo sean».
Girauta repetía el mismo argumento que Joseba Arregi martilleaba en su tribuna del periódico hermano «El Correo», a saber, ese lugar común que tan machaconamente airean a los cuatro vientos: «las víctimas siempre tienen la razón». Y ambos se quejaban de que se intente «aleccionar» a las víctimas. Repartían leña hasta decir basta y tan tranquilos.
Y servidora no sigue para no empalagar al personal. Ya ven, cría cuervos y te sacarán los ojos.