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El retorno de Derrick Rose amenaza el dominio de Miami y afianza el auge del Este en la NBA

El estreno de la temporada 2013/14 de la mejor liga del mundo enfrenta a Miami Heat y Chicago Bulls, o lo que es lo mismo, el vigente doble campeón, con LeBron James a la cabeza y el retorno de Greg Oden para reforzar la pintura, frente a unos Bulls en el que retorna Derrick Rose, después de más de un año parado por lesión. ¿Traerá este regreso un cambio a la NBA?

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Arnaitz GORRITI

No hay nada peor para una competición de alto nivel que la ausencia de alicientes. Incluso en las épocas de mayor dominio de la NBA, fuera con los Celtics de Bill Russell -ganaron 11 anillos entre 1957 y 1969-, los Bulls de Michael Jordan -dos «tripletes» entre 1991 y 1993 y entre 1996 y 1998- y los Lakers de Magic Johnson -cinco anillos entre 1980 y 1988-, O'Neal -threepeat de 2000 a 2002- y Kobe Bryant -doblete en 2009 y 2010-, ha sido la entidad y la amenaza real de los rivales la que ha engrandecido la competición.

Así, Russell se las tuvo que ver con Wilt Chamberlain -jugando tanto en Philadelphia como en los Lakers-, Magic y Kareem Abdul-Jabbar con los los Sixers de Julius Erving o los Celtics comandados por Larry Bird, Michael Jordan con los Pistons de Isiah Thomas, Charles Barkley o los Jazz de Stockton y Karl Malone, O'Neal a los Sacramento Kings de Chris Webber, Vlade Divac y Pedja Stojakovic y Kobe Bryant con el último big four de los Celtics de Pierce, Rajon Rondo, Ray Allen y Kevin Garnett.

Ahora es el turno de los Miami Heat de LeBron James. El número 6 de los vigentes campeones, después de la decepción que supuso su derrota ante Dallas en la final de 2011, ha sabido sobreponerse y sumar dos anillos consecutivos, mostrando a sus talentos físicos y técnicos, un afán por mejorar encomiable, y una humildad extraña en la NBA tanto a la hora de confiar en sus compañeros, como a la hora de asumir que no es ni perfecto ni imbatible.

The Choosen One vuelve a partir como favorito para el anillo, pero sabe que el camino será bien tortuoso, sobre todo en una Conferencia Este que se revela cada vez más fuerte e incómoda, y más ahora que, después de un año de ausencia, Derrick Rose vuelve a la carga en las filas de los Bulls de Chicago. El arranque de la campaña 2013/14, con un Miami-Chicago para empezar, no será sino un aperitivo de lo que espera allá por primavera, cuando los play offs llamen a la puerta y los de Illinois traten de desbancar a los Beach Boys. Y quien dice Chicago, dice Nueva York, Indiana o Brooklyn.

Ya en los pasados play offs los Heat padecieron horrores, aunque solo tuvieran que ir más allá del quinto partido a partir de la final de conferencia. Chicago, aunque cayera por 4-1, puso en serios aprietos a Miami. Los Bulls, con un Rose retraído porque aún no se atrevía a volver a la cancha aunque se ejercitara al mismo ritmo que sus compañeros, rozaron más victorias que la única que conquistaron, y ahora, con el plantel al competo -hasta Joakim Noah se ha recuperado para el openning game-, prometen ser una némesis -sí, enemigo sin concesiones y sin cuartel- de los vigentes campeones. La pretemporada finalizó con los Chicago Bulls como único equipo imbatido (8-0) y un Derrick Rose a tope de rendimiento: 20,7 puntos, 3,3 rebotes, 5 asistencias, 1,3 robos y unos notables 47,6% en tiros de campo y 44,4% desde el triple en 27,4 minutos.

«Apuesto a que sorprendí a mucha gente, pero al mismo tiempo sé lo duro que trabajé en la pretemporada solo con el objetivo de regresar a las pistas», revelaba el número 1 de los Bulls al periódico «Chicago Sun-Times», en referencia a sus números.

Su entrenador, Tom Thibodeau, añadía que «el talento es muy fácil de ver. Cuando miras a un jugador como Derrick, lo que no ves son los intangibles que aporta al equipo. La confianza que puede aportar al equipo, que además no proviene de una falsa bravuconería. Viene de su preparación, su estudio y el trabajo que le pone cada día».

Pues bien, el primero en celebrar esa reaparición de Rose, después de que se lesionara en los play offs de la campaña 2011/12, ha sido LeBron James. «Estoy feliz y emocionado por el hecho de que esté de vuelta», señalaba en ESPN. «Estoy contento con lo que hizo el año pasado, por ser capaz de soportar presiones... a lo largo de toda la adversidad, todo el mundo le criticaba sobre lo que debería haber hecho. Hizo lo mejor para él. Es genial verlo de nuevo a pleno rendimiento. El baloncesto está feliz de tenerlo de vuelta».

Una consideración final para Miami. Los Heat han decidido fichar a Greg Oden para fortalecer su juego interior. El problema de Oden es que el número 1 del draft de 2007 solo ha disputado 88 partidos de la NBA, allá por la campaña 2008/09 y desde el 5 de diciembre de 2009 no jugaba un partido, fruto de sus problemas de rodilla. Los Heat quieren «rescatar» al exjugador de los Blazers para tenerlo a tono en los play offs, ya que tanto Indiana, con Hibbert, como San Antonio, con Duncan, Splitter y demás, evidenciaron que los Beach Boys son vulnerables bajo los aros. Si logran el threepeat, dándole importancia a Oden, LeBron y los suyos habrán ascendido de estrellas a mitos.

Un manual para Jason Kidd

Indiana Pacers y Brooklyn Nets tienen muchos boletos para convertirse en los outsiders del Este. Con Roy Hibbert y Paul George a la cabeza, los Pacers forzaron el desempate ante Miami, y aún estarán maldiciendo el buzzer beater de LeBron en el primer partido de su serie. Ahora, además de los citados, recuperan a Danny Granger y han fichado a Luis Scola, «desterrado» en Phoenix el último año. «Tenemos todo para competir, pero sobre todo para construir un equipo campeón como lo hizo San Antonio», declaraba el exbaskonista esta pretemporada.

Scola recibió el primer respaldo por parte de Danny Granger, quien se perdió casi toda la temporada anterior debido a una lesión. «Es alucinante cómo se mueve Luis, cómo anotaba con tiros de gancho o lanzamientos por elevación. Ese es el recambio que necesitábamos para el juego interior». El equipo que entrena Frank Vogel y que dirige el mismísimo Larry Bird -Ejecutivo del Año en 2012-, espera superarse y dejar de estar «a punto» para conseguir sus metas.

Pero la verdadera revolución llegaba a Brooklyn. Desde Boston, más en concreto. Paul Pierce, Jason Terry y Kevin Garnett dejaban la franquicia de «los orgullosos verdes» rumbo a este emblemático barrio neoyorquino. Así, los Celtics pueden arrojar el año a la basura -el término en inglés sería tanking, «tanquear», o, como definiera la web solobasket.com «no hacer todo lo posible por ganar porque existe un cierto beneficio en no hacerlo»- y empezar una reconstrucción -por mucho que se indigne su general manager Danny Ainge-.

Mientras, los Nets, de la mano del multimillonario ruso Mikhail Prokhorov, que ya el año pasado alcanzaban los play offs -caían ante Chicago en siete partidos- suman a sus estrellas Deron Williams y Brook Lopez el trío mencionado que llega de Boston más Andrei Kirilenko. Mirando las incorporaciones de los Knicks, Bargnani y Metta World Peace, los Nets parecen el primer equipo de Nueva York. «Obviamente me hubiera gustado haber terminado mi carrera en Boston, pero ese día ha terminado. Mi último objetivo es ganar un campeonato», declaraba un Pierce que, junto a sus compañeros, deberá «adoptar» a otro ex de los Knicks, Jason Kidd, que estrena traje y corbata al frente del banquillo de Brooklyn. Los tradicionales egos deberán quedar fuera, porque el gasto de dinero y edad es importante para perder un año por falta de libreto o de mano izquierda. Como la chaladura del ruso salga...

Desamparados en el Oeste

A diferencia de los últimos años, el Oeste se presenta deprimido. La lesión de Russell Westbrook, al que se espera que llegue para diciembre, deja a los Thunder de Oklahoma en las manos de Kevin Durant. Mucho talento, sí, pero insuficiente para alcanzar la final de conferencia, como bien demostraron unos Memphis Grizzlies que han perdido a su entrenador, Lionel Hollins, y que fichan a los helenos Koufos y Calathes y que dependerán de Marc Gasol, casi hasta el exceso.

Mientras, San Antonio, a la chita callando, espera en estirar su eterna juventud otro año, con el añadido de Belinelli, mientras los Rockets de Howard y Harden confirman su apuesta y los Lakers recuperan a Kobe Bryant. Los Angeles Clippers, de la mano del técnico Doc Rivers, y sus estrellas Griffin y Chris Paul, deben vencer, o morir, pero ya.

 

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